Martes 11 de Agosto de 2009 20 > Carta de Lectores
Divisiones opositoras

A diferencia del oficialismo, que a pesar del traspié electoral sigue siendo verticalista, para no decir estalinista, puesto que no cabe duda de que Néstor Kirchner es el jefe y que continúa tomando todas las decisiones importantes sin consultar a nadie, la oposición se caracteriza por un superávit de dirigentes pendencieros que a menudo brindan la impresión de estar más interesados en hacer tropezar a sus correligionarios que en ayudar a crear una alternativa convincente al orden kirchnerista. La agrupación más afectada por el virus del internismo es el Acuerdo Cívico y Social que está conformado por la Coalición Cívica, la UCR y algunos fragmentos socialistas. No es sólo una cuestión de discrepancias ideológicas o programáticas, aunque las hay, sino también de la hostilidad que siente la arquitecta principal del frente así supuesto, Elisa Carrió, hacia el vicepresidente y radical Julio Cobos, además de su relación no muy fácil con la bonaerense Margarita Stolbizer. Hace algunos días, Carrió declaró que no votaría por Cobos aunque llegara al balotaje, dando a entender de este modo que preferiría que el sucesor de Cristina Fernández de Kirchner fuera otro peronista. Asimismo, ha optado por mudarse a la provincia de Buenos Aires, lo que le daría muchas oportunidades para enfrentarse directamente con Stolbizer en lo que hasta ahora ha sido su propio territorio. Puesto que los resultados de las elecciones legislativas de junio dejaron muy debilitada a Carrió pero fortalecieron a Cobos, lo lógico sería que la chaqueña se afirmara dispuesta a respaldarlo con la esperanza de que antes de iniciarse en serio la próxima carrera presidencial lograra recuperarse del golpe que le asestaron los porteños. Sin embargo, después de reflexionar en Disneylandia, Carrió volvió al país con el propósito evidente de dirigir sus dardos más venenosos a Cobos, el precandidato que por ahora es el mejor ubicado de los representantes del ACyS.

Puede que para el gobierno de Cristina y su marido las disputas internas de la oposición no peronista sean motivo de alivio, pero no lo son para el resto del país. Por el contrario, el clima de incertidumbre que cubre todo el territorio nacional y que está incidiendo de manera muy negativa en la marcha de la economía se debe a la confusión ocasionada por la sospecha de que, si bien "el modelo" reivindicado por los Kirchner parece agotado, quienes podrían encargarse del gobierno en diciembre del 2011 o antes todavía no se han dado el trabajo de pensar en lo que harán. A juzgar por las encuestas de opinión, con tal que Cobos consiguiera el respaldo del grueso de la oposición "progresista" tendría una buena posibilidad de convertirse en el próximo presidente de la Nación, pero para entonces el país podría verse en medio de una profunda crisis política, económica y social.

La conciencia de que la situación socioeconómica tiende a deteriorarse con rapidez y que el gobierno se ha visto reducido a improvisar porque carece de una visión estratégica plantea una serie de dilemas a los líderes opositores. No quieren cogobernar y, por estar tan resueltos los Kirchner a monopolizar el poder, no están en condiciones de hacerlo, pero temen que si los problemas les resultaran inmanejables los santacruceños podrían tirar la toalla, dejando todo en manos de Cobos, a sabiendas de que le sería sumamente difícil consolidarse. Aunque a esta altura parece poco probable que los Kirchner optaran por irse de golpe, el riesgo así supuesto ha sido suficiente como para que, en las semanas que siguieron a las elecciones, muchos dirigentes opositores hayan sido reacios a criticar la gestión de Cristina con la misma virulencia que antes. No quieren contribuir a desestabilizarla por miedo a las consecuencias. En cambio, Carrió se ha negado a prestarse al juego oficialista y acusa a los asistentes al diálogo de actuar como cómplices de un gobierno corrupto, diciendo que por su parte no dialogará "con ladrones". Tanta intransigencia puede justificarse en términos éticos, pero por razones prácticas comprensibles parecería que la mayoría no está dispuesta a sacrificar la estabilidad institucional en aras de los principios que Carrió dice representar, razón por la que sorprendería que su actitud la ayudara a ser nuevamente la jefa de la oposición centrista.

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