Expertos en biomecánica de Estados Unidos y Holanda investigaron por qué los seres humanos balancean los brazos al caminar. Y descubrieron que no se trata de una cuestión evolutiva sino que el hombre adquirió ese hábito para economizar energía.
Para estudiar el modo de andar, pensaron en cuatro modos de caminar: uno normal y tres hipotéticos. El primero representó el modo común de caminar (oscilando los brazos); el segundo, un modo de andar con los brazos atados; el tercero, con los brazos quietos a los costados del cuerpo y el último modelo imaginó a un hombre que mueve los brazos al caminar pero al revés de cómo se hace habitualmente.
El beneficio de nuestro modo de caminar es que gastamos hasta un 24% menos de energía que si osciláramos los brazos al revés. Mantener los brazos quietos demanda un 12% más de energía metabólica que si los movemos. La clave es que, economizar energía, permite usarla para otras actividades y sobrevivir. Los resultados se publicaron la revista de investigación biológica de la Royal Society.