En su nota "Carisma de situación" el profesor Gabriel Rafart insiste en considerar el famoso voto "no positivo" de Julio Cobos como un acto de "deslealtad institucional".
Se trata de una opinión política que desde un punto de vista académico o institucional no tiene respaldo alguno. En la Argentina el Poder Ejecutivo es unipersonal (art. 87 de la Constitución nacional), es decir que el vicepresidente no participa en la toma de decisiones, acertadas o erróneas, del presidente. Cuando vota en el Senado lo hace como cualquier senador, o sea, con libertad de criterio (salvo que reivindiquemos el voto por mandato corporativo de la época del absolutismo). Por consiguiente, no hay base jurídica o institucional para endosarle "deslealtad institucional" alguna.
Ahora bien. Desde una perspectiva ética, no institucional, lo que debemos agradecer a un amigo leal es que nos diga la verdad. Si por un falso sentido de la amistad o de la lealtad nos ayuda a persistir en un error, se equivoca y nos hace equivocar. Este falso sentido de la lealtad es el que ha llevado, por ejemplo, a los intelectuales de Carta Abierta a dar aire a la tesis paranoico-conspirativa del "ánimo destituyente" del sector agrario. De este modo, en vez de buscar resolver un conflicto de intereses, el gobierno se ha visto envuelto en una interminable batalla épica que lo ha perjudicado electoralmente.
Como ha llegado la hora de recomponer los platos rotos, ahora se puede apreciar el costo de la falsa lealtad.
Aleardo F. Laría
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