Parece claro que, ante la imposibilidad de acudir -en los países de nuestra América- a los métodos obsoletos e impracticables del golpe de Estado militar a la vieja usanza, los grupos de poder desplazados acuden a otros medios, más acordes con los tiempos que corren.
Las operaciones de prensa cumplen hoy -como se dijo- la función que antes se gestaba entre misas y cócteles y se paría en los cuarteles.
Las autoridades de la Iglesia, por otra parte, históricamente encolumnadas en las filas de las clases dominantes, no necesitan aggiornar sus métodos, bastándoles sólo con repetir su legendaria postura como edecanes de aquéllas.
El caso de Honduras es por demás emblemático. Podemos ver a la CNN y su sutil manipulación informativa, abasteciendo los requerimientos que este presente ultramediatizado les exige, en son de accionar eficazmente. Así se desarrollan, en el acabado conocimiento de cada uno de los vericuetos que la hipertecnología ofrece en aras de quienes la dominan.
En cuanto a la institución eclesiástica, en relación con el golpe el obispo de Honduras se ha manifestado y lo ha hecho (como no podía ser de otro modo) del lado de los usurpadores, pero sin condenar, en cambio, (que se sepa) los asesinatos que ya han provocado las fuerzas de los facciosos en su propio territorio.
El golpe de Honduras es una inquietante señal de alarma para los pueblos latinoamericanos.
Que un señor demócrata, algo negro, dirija los destinos de la superpotencia, no debería llevarnos a engaño con respecto a la dirección de su accionar sobre las interrupciones del orden constitucional en nuestros países.
En todo caso, Obama es apenas quien decora la torta, torta cuyos ingredientes y modalidad de cocción deciden otros tras bambalinas.
Tal vez el pastor Luther King y los hermanos Kennedy (uno senador, el otro presidente) oportunamente pretendieron tomar parte en la confección de la receta, motivo por el cual tuvieron el indigesto final ya por todos conocido.
En nuestro país se agrava peligrosamente la insolencia negligente de la derecha, entroncada en la corporación mediática y en la patronal del campo, cuyos dirigentes conforman la denominada Mesa de Enlace. Mesa de Enlace que tal vez debiéramos bautizar con el nombre más apropiado de "Mesa desguace". Desguace de las conquistas del pueblo y de los pilares del proyecto nacional iniciados con Néstor Kirchner y hoy sostenido en la tormenta por Cristina Fernández.
Creo, me parece, que no hay lugar para tibiezas y que tenemos la obligación de estar más alertas que nunca.
No hay lugar ya para el clásico golpe, que -como bien dice la presidenta- no sólo ha sido militar sino también cívico, pero sí quizá para las intentonas neogolpistas del siglo XXI disfrazadas de democracia, que hoy parecen ensayar en Centroamérica.
Que este ensayo, que esta prueba en Honduras fracase rotundamente es tarea urgente a asumir en defensa de lo que nos costó tanta sangre.
Se trata del enemigo de siempre, agazapado e irreconciliable, con quien no hay acuerdo posible. "Su única patria es el dinero", tal como decía Manuel Belgrano, textualmente, refiriéndose a los comerciantes de 1810 que sólo pensaban en sacar rédito de la revolución.
Doscientos años más o doscientos años menos... son los mismos, antes y hoy. Y no debemos olvidarlo.
Alejandro Flynn
DNI 12.566.136 - Neuquén