Miles de peregrinos se concentraron ayer frente a la imagen de san Cayetano para rogar por empleo y prosperidad en medio de una disputa entre la Iglesia Católica y el gobierno por la creciente pobreza e iniquidad social que afecta a Argentina pese a siete años de sostenido crecimiento económico.
Allí, fue el cardenal Jorge Bergoglio, quien tuvo la palabra más incisiva sobre el flagelo: "En Argentina los pobres son material de descarte", dijo a la multitud.
El arzobispo de Buenos Aires subrayó el deterioro social que padece el país pese a crecer a más del 7% anual durante los últimos seis años. "En nuestra ciudad lo vemos todos los días. Hay gente que tiene sitio, que tiene cabida, y hay gente que sobra y que son dejados de lado, tirados como descarte en verdaderos volquetes existenciales", afirmó. "¿Cuánta gente, cada día más, duerme en la calle, en plena Plaza de Mayo, en pleno corazón de esta ciudad?", se preguntó.
Reiteró además la advertencia sobre "situaciones de pobreza escandalosa", en coincidencia con el diagnóstico de inequidad que trazó el papa Benedicto XVI en un mensaje dirigido a los argentinos y cuya difusión generó la reacción del gobierno.
"Vivimos con situaciones de pobreza, de falta de trabajo, o estas enfermedades que masivamente, con gripe y dengue, pegan más duro por la falta de justicia", aseveró el primado argentino.
El jueves Benedicto XVI instó a los argentinos a un "esfuerzo solidario" que permita reducir "el escándalo" de la pobreza y la inequidad social en el país, y mereció palabras del gobierno a través del ex presidente Néstor Kirchner y el jefe de gabinete, Aníbal Fernández, que evitaron una confrontación directa con la Iglesia.
Kirchner dijo que coincidía con Benedicto XVI y que tenía "autoridad moral" para referirse a la pobreza porque su gobierno la había reducido. Fernández, a su vez, interpretó que el mensaje papal repetía frases dirigidas desde el Vaticano a "todos los países" y criticó la forma como había sido reproducida en los medios.
Ayer, Bergoglio dijo que "no puede ser" que "en una patria bendita como la nuestra, a tantos les falte el trabajo y el pan", y exhortó a "buscarlos" pero "no con sed de venganza y reivindicación, sino con ánimo cristiano".
El purpurado porteño aseguró además que causa dolor observar que "hay gente que ya opina que no se puede esperar nada de nadie, gente que ya tiró la toalla de la esperanza".
Las bajas temperaturas del invierno austral y el temor a la gripe A no ahuyentaron a hombres y mujeres de distintas edades que acamparon durante días en los alrededores del santuario de Liniers para ser los primeros en tocar la imagen de san Cayetano y levantar espigas de trigo en señal de agradecimiento por lo que se tiene o para pedir por lo que falta. (DyN y AP)