La puja entre la AFA y Torneos y Competencias, la empresa que maneja los derechos de televisación del fútbol local, es una pelea por plata, que no tiene por qué alarmar a nadie.
En todo el mundo la inversión de la tevé por cable se organizó para ganar dinero, a cambio de prestar un servicio. Así se consolidó desde antes que el fútbol se convirtiera en una fuente de excelentes recursos. Así fue y así es: sin el fútbol, su negocio menguaría los márgenes de ganancia, pero seguiría funcionando.
Julio Grondona asegura que es al revés, pero desde la empresa afirman que se trata de un argumento fácil de desmontar a medida que se pase una mirada sobre ambas actividades por separado.
En ese sentido, el fútbol flamea. Con un panorama de clubes quebrados, morosos impositivos crónicos, más la carga de deudas salariales millonarias con sus planteles y un marcado descenso en la concurrencia a los estadios si se la compara con la época dorada de los 50, 60 y 70, el fútbol como actividad autónoma necesita de los recursos de la televisión para subsistir.
Argumentan los clubes, con Grondona como gran espada mediática, que son insuficientes y escasos los $ 268 millones anuales que aporta la televisión y es probable que pueda aportar más recursos si afina el lápiz, pero eso no cambiará el panorama de fondo. El fútbol se fue devorando, en las últimas tres décadas, todos y cada uno de los salvavidas que le tiraron: Prode, derechos televisivos, publicidad estática, esponsorización de las camisetas, entre los más notorios.
Un monstruo grande que pisa fuerte, pero que en estos treinta años fue empobreciendo cada vez más a los clubes. Por una coincidencia del destino, Grondona lleva al frente de la AFA esa misma cantidad de tiempo.