Viernes 07 de Agosto de 2009 Edicion impresa pag. 25 > Debates
Los hijos también pueden nacer en el living de casa
Cada vez más madres eligen dar a luz en sus casas, algo natural en Europa y Estados Unidos. Algunos excesos de la medicina tradicional hacen que las parejas busquen alternativas.

Si el mundo, en todo sentido y desde siempre, cambia constantemente, ¿por qué no va a modificarse el modo de llegar a él? Cansados de ciertas imposiciones y prácticas médicas establecidas como ineludibles, cada vez son más los padres que buscan una alternativa a un sistema de salud que les resulta agresivo. Esto ayuda a comprender por qué en los últimos años se duplicaron los partos domiciliarios, según aseguran diferentes especialistas consultados por "Río Negro".

Si bien esta tendencia resulta algo "novedosa" en nuestro país, no sucede lo mismo en otros países como Holanda, donde el cuarenta por ciento de los bebés nace en su casa con la asistencia de profesionales.

En Estados Unidos, entre 1996 y el 2006, los nacimientos en hogares aumentaron un 27%, según el Registro de Parteras, y promedian unos 40.000 al año. En Alemania, España y Gran Bretaña también es habitual que las madres tengan a sus hijos en sus casas. "Esto no es lo mejor ni lo peor; la idea es que pensemos y nos cuestionemos cuántas verdades hay. Cada uno tiene la suya y ve la vida a través del cristal que eligió", señala Gabriela Kozyra, médica egresada de la UBA, especialista en ginecología y obstetricia. Cuando una mujer se entera de que está embarazada, ingresa en un nuevo escenario y comienza a preguntarse el lugar, con quién y cómo va a tener a su bebé.

"¿Dónde? Hospital, clínica, sanatorio o... ¿por qué no en casa? -sugiere Kozyra-. ¿Con quién? El médico obstetra cree profundamente que tiene el poder de elegir cómo va a tener el parto la paciente, con quién va a estar, qué profesionales la van a asistir y en qué posición. O sea, va a dirigir. Decide cuándo nace: si tiene otros partos ese día, lo atrasa o adelanta según le convenga", señala Kozyra, quien critica con firmeza el sistema médico actual: "La partera, que alguna vez tuvo una importancia inmensa, pasó a ser la esclava del obstetra, que le dice lo que tiene que hacer; por ejemplo, retrasar el parto porque el obstetra tiene que atender su consultorio. Estamos todos presos del sistema. Los médicos somos víctimas y victimarios. El obstetra hace lo que puede. Los pacientes generalmente no conocen otra opción. El médico tiene que hacer sus honorarios, de lo contrario no le rinde; para lograr la diferencia económica, debe atender 30 o más partos por mes. A su vez, el neonatólogo decide qué hacer con el recién nacido, que estaba tranquilo en la panza de la mamá, llega a este mundo y recibe agresiones: sonda, luz, gotitas en los ojos y, lo peor, lo separan inmediatamente de la mamá. Parece violento dicho de este modo pero se lo vive como algo natural. Ésta es la formación que recibimos", expresa Kozyra.

 

¿Qué es el parto humanizado?

En su libro "Parir en libertad", Raquel Schallman, partera egresada de la UBA en 1967, dice que la mujer debe "recuperar la capacidad de decidir qué queremos hacer y cómo queremos estar cuando nuestros hijos nazcan. Estar nuevamente libres y guiadas sólo por la autodeterminación.

Hacerlo naturalmente, respetar nuestros deseos y necesidades más profundas y desconocidas; lanzarnos a la aventura de recuperar la libertad".

Los especialistas señalan que lo más importante es que la mujer haga su propia elección: desde qué obstetra quiere que la atienda hasta el lugar, que perfectamente puede ser el living de su casa o su habitación, si ella quiere. Esto no significa que un hospital o una clínica sean una opción negativa, siempre que ella lo elija. "Los partos en los hogares son espectaculares y sin riesgos. La mamá tiene el poder de elegir con quién quiere estar: obstetra, partera, su marido, un amigo, los hijos, la persona que ella quiera", cuenta Kozyra.

Schallman, quien realiza partos domiciliarios desde 1985, plantea que dar a luz "es un hecho absolutamente genital y sexual; no es meramente una situación médica, de enfermedad y riesgo, sino que tiene que ver con la vida, el placer, la alegría, la esperanza y las emociones intensas. Si cada uno se animara a preguntarse ´¿Cómo quiero tener a mi hijo?´, ´¿Dónde?´, ´¿De qué manera?´, buscaría lo que necesita, tomaría el dolor y el temor, que sí existen -y tienen su razón de ser-, y aprendería a utilizarlos para favorecer el proceso y así encontrar estrategias mucho más prácticas, cotidianas, simples y cercanas que una peridural, que anestesia no sólo el dolor sino también el placer. El que se asusta tanto del dolor, ¿se asusta tanto del placer? Entonces, algunas mujeres descubren que la posibilidad de elección es infinitamente más amplia de lo que se habían imaginado".

Quienes eligen parir en su casa buscan que los tiempos y la forma sean naturales y lo más cercano a sus elecciones. "Parir de pie no es nuevo, se ve en esculturas mayas y egipcias. El parto es como una quiera: acostada, parada, en cuclillas, en la bañadera, en una silla de parto, con música, en silencio o como se le ocurra a la mamá", asegura Kozyra, quien destaca que al recién nacido se lo deja con la madre apenas sale de la panza.

A su vez, afirma que varias prácticas médicas son evitables: "No hace falta hacer episiotomía. Se cortan músculos y no es necesario". La especialista se refiere a algo que sucede con gran frecuencia: a cerca del 80% de las mujeres que dieron a luz durante el último año en centros médicos le realizaron episiotomía (corte en la vagina para ampliar el canal de parto) y un 70% fue a cesárea, aunque la Organización Mundial de la Salud indica que esos casos no deberían superar el 15%.

Mientras tanto, crece el número de parejas que se inclinan por un parto respetado, donde se da prioridad a la intimidad de la madre y su entorno. Analía Gambirazio, directora de Artemamá y psicóloga social, da su visión: "La idea es trabajar en el vínculo con el futuro hijo desde que está en el vientre. La díada madre-hijo es irreemplazable. En el parto humanizado no se violenta ni se invade a los bebés ni a las parejas, y el padre cuenta con la posibilidad de tener un rol activo, pasando a ser la cabeza de la situación porque en ese momento la mujer es instinto puro. En fin, lo importante es poder elegir desde un lugar más consciente".

 

Por JUAN IGNACIO PEREYRA

ipereyra@netkey.com.ar

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