La conversación empezó en un lugar indebido: cómo administrar 2 millones y medio de dólares. Algo que hace, por ejemplo, y sin mucho ánimo, Ruth, la esposa del estafador del siglo Bernard L. Madoff. Al 0,5 % mensual, la dama tiene para sus gastos. Acto seguido, quien más sabe del asunto explicó los dimes y diretes de administrar un triste millón de dólares que, en realidad, no alcanzan para "nada".
Luego, otro especialista mencionó que el sólo hecho de vivir acarrea deberes financieros y que incluso un Buda despojado puede un día cualquiera enamorarse y terminar pidiendo un crédito hipotecario.
Hasta que alguien mencionó el amor. Entonces la charla se vino abajo. Mi amigo capo-económico ya no prestó atención a tales argumentos (lo bien que hizo) y el orador se quedó estúpidamente sólo afirmando que ninguna experiencia es comparable al acto de amar. Y por amar entendía él -me apuntó con un dedo y me lo explicó con pasión porque, la verdad, es que yo aun estaba comodamente perdido en mi silla- ser testigos de los primeros pasos de tu hijo, bailar un tema romántico y trillado con tu compañera sintiendo como su aroma escapa de su pelo, entrelazar los dedos, soñar juntos o atravesar el tiempo a una velocidad inaudita y sin que te des cuenta.
Ahora, esto lo digo yo: Buscamos amor hasta en la sopa y cuando somos dueños de la cuota que el destino nos ha regalado, pues, nos hacemos un lío. Si es mucho porque asfixia, si es poco porque escasea y pasamos hambre. Vivimos en el medio de un rara contradicción. Jorge Drexler escribió y cantó: "Sólo se posee lo que no se ata" y mi estimado Ryan "Crazy" Adams: "most people never find the love". Pues que así sea. Que nadie entienda un comino. Que caigan estrellas fugaces del cielo y que el reinventarse sea una condición para sentir.
Al menos sé que no habrá recuerdos más intensos y más impecederos que aquellos en los que la bendita palabra anda involucrada. Aparece y nos ilumina. Pero cuando se va, cuando el amor se nos muestra esquivo, entonces no hay canción capaz de consolar nuestro corazón. Tan cursi y tan simple como un bolero.
Estoy condenado. Veré un vez más "Casablanca", escucharé Cara B de Drexler, y me dejaré transportar con la versión de Jamie Cullum de "What a difference a day made".
Qué buen momento para escucharla. Por si no la recuerdan, dice más o menos así (disculpen la afinación): "What a difference a day made/Twenty-four little hours/ Brought the sun and the flowers/ Where there used to be rain/My yesterday was blue, dear/Today I´m part of you, dear/My lonely nights are through, dear/Since you said you were mine/What a difference a day makes/There´s a rainbow before me/Skies above can´t be stormy/Since that moment of bliss, that thrilling kiss/It´s heaven when you find romance on your menu/What a difference a day made/ And the difference is you."
CLAUDIO ANDRADE
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