Un hombre se equivoca al ingresar con su auto por la avenida 9 de Julio, en unos de esos días en que el tránsito es infernal. Casi al mismo tiempo, escucha por radio que "un loco" se lanzó a contramano por la más ancha de las arterias de Buenos Aires y amenaza con provocar un accidente múltiple. ¿Un loco? Si son cientos...", exclama el despistado.
Cuando por derivación lógica del resultado electoral del 28-J se imponía la búsqueda de consenso y la aceptación de que había que encontrar fórmulas de entendimiento en el parlamento que ayudaran a un cambio en el estilo de conducción de la máxima instancia ejecutiva, aún a regañadientes la mayoría optó por la vía del diálogo. Así -en la sede del gobierno nacional, en algunas provinciales y en espacios legislativos- hubo reuniones, aproximaciones y anuncios para autolimitar el poder central, conceder subsidios a la producción lechera y tratar de transparentar los números del Instituto de Estadísticas y Censo (INDEC).
Personalidades aisladas -es el caso de la líder de la Coalición Cívica "Lilita" Carrió- decidieron rehuir el convite. Y el colectivo agropecuario esbozó prácticamente un bando de imposiciones en una asamblea realizada el lunes pasado en el predio ferial de Palermo, antes de acudir sus cuatro dirigentes principales, en una lujosa 4x4, al llamado formulado por "el popular" jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.
Fernández, Amado Boudou y Débora Giorgi flexibilizaron por orden de Cristina la dura postura oficial, pero no cedieron en materia de retenciones a las exportaciones de soja, maíz y trigo, porque eso, según explicaron, afectaría la caja fiscal que sirve para atender los problemas sociales.
"No hay política anticampo", sentenció Aníbal Fernández. Y desglosó las concesiones en materia cárnica, subsidios para el agro por más de 21.000 millones de pesos y agilización de los controles para exportar, algo que había sido colocado como central por Raúl Garetto, de Coninagro.
"Nos fue más o menos, hasta el momento se consiguió muy poco", rumiaron cabizbajos los cuatro dirigentes agrarios, que en días previos prácticamente exigían una rendición incondicional. Uno de los más belicosos, Hugo Biolcati, de la Sociedad Rural Argentina, recordó que al gobierno ya le habían "ganado en la calle, en las urnas y en la pelea por la 125". Mario Llambías, de CRA, azuzó a los autoconvocados: reivindicó el apellido de Martínez de Hoz, fundador de SRA, y despreció al gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, al afirmar que "con el país no se jode" (el ex campeón de motonáutica había dicho que "con la comida no se jode", durante el punto más efervescente del conflicto el año pasado).
Garetto no sólo castigó al gobierno por no reflexionar más rápido sobre lo que quiso decir la ciudadanía hace un mes sino también a la oposición: no tomaron conciencia de que vencieron, indicó.
Lo que sucede es que los partidos no K, entre ellos el radicalismo que construye hacia un liderazgo del vicepresidente Julio Cobos, el socialismo de Hermes Binner, el peronismo disidente y fuerzas progresistas encabezadas por Margarita Stolbizer y Martín Sabbatella, decidieron deslizarse por la autopista del entendimiento, aun con desconfianza. Y en todo caso plantear las disidencias y las pujas en el Congreso, en el convencimiento de que el ciclo K agoniza y que el turno del 2011 le estará vedado.
"Parece que no estuvimos en la misma reunión", comentó por su parte Eduardo Buzzi, de la Federación Agraria, al comentar la conferencia de prensa del gobierno. Despotricó contra Giorgi por "apabullar con números" y aseguró que los anuncios "están muy lejos de nuestras aspiraciones".
"Las retenciones serán discutidas en el Congreso", se resignó Llambías.
Habrá esfuerzos por moderar los ímpetus y no caer en los extremos. La presidenta incluso entró a la reunió para saludarlos. Desde el campo, se llegó exigir una rendición incondicional. Y en la Rosada, luego de escuchar la agresiva asamblea del lunes último, se volvió a señalar acusadoramente a una parte de la dirigencia de "cuasi golpista".
Los moderados con aspiraciones presidenciales no influyen decididamente en esta hora de cabildeos y de tiras y aflojas. Cobos, un vicepresidente que juega a dos puntas, y el senador Carlos Reutemann, porque decidió mantener un perfil bajo aconsejado quizá por Eduardo Duhalde, quien sigue escondido a la espera de otras condiciones para salir de caza.
ARNALDO PAGANETTI
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