ALLEN (AA).- Los policías del destacamento de Tránsito de Allen están obligados a permanecer sobre la Ruta 22 como si fuesen semáforos humanos.
De día o de noche y pese a bajas temperaturas de esta época, deben custodiar el cruce de la vía comunicacional y el acceso Biló parados sobre la cinta asfáltica con todo el peligro que ello implica. El sector en cuestión es uno de los lugares más peligrosos que conectan la ruta con la ciudad y los efectivos están expuestos a un riesgo constante, ya que los vehículos transitan a gran velocidad.
Luego del trágico accidente de tránsito que le costó la vida al joven Daniel Méndez, los vecinos de la zona ribereña que a diario deben cruzar la Ruta 22, se manifestaron recientemente para exigir mayor seguridad vial.
Después de la protesta, el gobierno provincial se comprometió a reactivar de manera permanente el puesto de Tránsito situado en la intersección de la 22 y el acceso Biló, hasta tanto se construya una rotonda o derivador en el lugar para mitigar la peligrosidad del lugar.
La respuesta del Ministerio de Gobierno provincial llevó algo de tranquilidad a los vecinos pero puso en aprietos a los efectivos de Tránsito, que deben trabajar bajo condiciones extremas para garantizar la seguridad requerida.
En sentido oeste - este, el puesto de control queda ubicado justo en el tramo de salida de una extensa curva. Habitualmente se puede observar como los conductores de autos, camionetas y camiones, se encuentran repentinamente con los efectivos que están parados en medio de la Ruta 22.
Ni los más de diez conos colocados sobre el asfalto ni las bandas ópticas sonoras que se instalaron recientemente, logran reducir la marcha de los vehículos.
El peligro al que están expuestos los policías no es el único inconveniente. El puesto del acceso Biló y Ruta 22 no cuenta con gas natural y la leña para la calefacción escasea. Tampoco tiene agua potable, algo indispensable para el funcionamiento de cualquier unidad policial.