"El Argentino C es un torneo de potrero, pero organizado", disparó Julio Grondona en Viedma, durante una conferencia de prensa que muchas veces pareció un monólogo.
La honestidad brutal del presidente de la AFA no es más que la confesión pública de lo que se piensa en las altas esferas del fútbol. El interior muchas veces no existe.
En medio de una fuerte crisis, que amenaza que convertirse en el big bang de la historia del fútbol contemporáneo, al vicepresidente de la FIFA lo inquietan los números. Pero claro, siempre la verborragia termina traicionándolo.
En la capital rionegrina no sólo ninguneó la trascendencia del torneo más federal del país, que reúne de norte a sur casi 300 equipos; también confesó que su Arsenal de Sarandí debería estar en la B debido a la convocatoria que soporta sobre sus hombros, pero que sigue en Primera porque es un gustito que él decide darse; y, sin decirlo explícitamente, también señaló que la no convocatoria de Gonzalo Higuaín al seleccionado se debe a un pase de factura por la negativa del Pipita cuando fue convocado para el Mundial sub 20 de Canadá, que Argentina finalmente ganó.
A ningún dirigente zonal le cayó en gracias las palabras de Grondona. Pero está claro que esa es la línea de pensamiento que camina por los pasillos de la AFA y baja hasta el Consejo Federal.
Para el dirigente estos torneos "son para divertirse", un razonamiento que suena ilógico para clubes que se exigen y buscan escaparle al amateurismo y comenzar a soñar con acercarse a la profesionalización.
Carlos Sánchez, presidente de Unión de Allen, decía hace unos días que el Argentino C "es inviable para muchas instituciones por lo mal que está organizado", una crítica que se repite todos los años y que Grondona parece no haber escuchado.
Es cierto que hay muchos potreros en el Torneo del Interior, como también es cierto que desde las altas esferas se hace todo lo posible para que este problema no tenga solución. (S. B.)