La ong israelí llamada "Rompiendo el Silencio" ha denunciado internacionalmente la masacre cometida por el ejército de ese país durante la Operación Plomo Fundido, que se llevó a cabo entre el 27 de diciembre del 2008 hasta el 18 de enero del 2009 en la Franja de Gaza.
La organización no gubernamental se formó algunos años atrás a partir de la iniciativa de un grupo de conscriptos que durante tres años cumplieron órdenes en la Cisjordania palestina. Integrada en su mayoría por reservistas del Ejército israelí, han emitido ahora un informe de 100 páginas donde relatan las atrocidades cometidas durante los días que duró la ocupación militar.
Entre otros detalles, los reservistas narran que durante la invasión de Gaza sus superiores les ordenaron que dispararan a cualquier blanco, porque cualquiera del otro lado de la línea de "defensa" era enemigo. Aun niños, ancianos y toda suerte de civiles.
El informe da cuenta, además, del uso de palestinos como escudos humanos; el disparo de fósforo blanco en zonas de gran densidad de población civil; la destrucción de casas o propiedades privadas que no eran objetivos militares o la obligación de disparar ante la más mínima duda.
"En Gaza se impuso, ante todo, que las tropas no corrieran absolutamente ningún riesgo", señaló el director de la organización, Yehuda Shaul, un reservista militar para quien lo ocurrido debe interpretarse a la luz de la derrota israelí en el sur del Líbano en el 2006.
Shaul destacó que los testimonios recogidos permiten verificar la ausencia total de reglas para el combate, lo que derivó en una libertad absoluta de muchos soldados para disparar a cualquier palestino, civil o no.
Durante la Operación Plomo Fundido murieron más de 1.400 palestinos, se destruyeron varios almacenes de ayuda humanitaria, así como infraestructura de empresas de diversa índole, comercios y miles de hogares. A punto tal que las Naciones Unidas informó que seis meses después de los ataques a Gaza se está comenzando a recoger más de 600.000 toneladas de escombros.
Según los reportes emitidos por organizaciones de derechos humanos, los muertos ascienden a 1.417, de los cuales 926 eran civiles. Según el Ejército israelí, sin embargo, los caídos fueron 1.166 y apenas 295 de la población civil.
A raíz del impacto producido por el informe, una serie de intelectuales israelíes exigió días atrás una investigación sobre la participación del gobierno de su país en la violación extrema de derechos fundamentales durante la invasión a los territorios palestinos.
Escritores, académicos, músicos, actores y diversas personalidades del Estado de Israel firmaron un documento demandando "saber la verdad en relación con la lucha llevada adelante en nuestro nombre, con nuestro dinero y con el costo del peligro para las vidas de nuestros seres amados".
En el texto se citó el informe de "Rompiendo el Silencio" y se subrayó que durante la incursión sobre Gaza existió una "atmósfera permisiva" en el alto mando militar que desechó las normas y leyes internacionales aplicables en caso de guerras. Tanto es así que "las fuerzas israelíes entraban en un lugar poniendo el cañón del fusil sobre el hombro de un civil, avanzando por una casa y sirviéndose de él como escudo humano".
El prestigioso historiador israelí Ilan Pappé es autor del libro titulado "La limpieza étnica de Palestina". Allí recuerda que ésta constituye un esfuerzo encaminado a homogeneizar un país étnicamente heterogéneo mediante la expulsión de un grupo particular de personas y su conversión en refugiados, lo que se consigue, entre otros medios, demoliendo los hogares de donde se los ha sacado.
Acaso el ataque de diciembre último pueda interpretarse como un nuevo crimen cuya comisión responda a la intención de producir una "limpieza" tal. Lo cual poco favor les hace a la paz y a la retórica formulación de un territorio para dos Estados.
MARTÍN LOZADA (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Juez Penal. Catedrático UNESCO en Derechos Humanos, Paz y Democracia por la Universidad de Utrecht, Países Bajos.