En una instancia en la que se parlotea mucho por efecto de las elecciones legislativas del 28-J, suena contradictorio que el anhelo de la descreída sociedad gire alrededor de la consigna "Hechos, no palabras".
"¡Aflojá, abrí el juego!", le sugirió el ministro de Planificación Julio de Vido a Hugo Moyano. Y el secretario general de la CGT, que se había trenzado en una perorata de agravios aparentemente sin retorno con dirigentes de poderosos sindicatos de servicios que en los ´90 sostuvieron el modelo de Carlos Menem, pidió disculpas y abrió los brazos. Ahora sus detractores esperan que deje atrás el estilo de conducción personalista y acepte compartir la conducción, con un reparto más generoso de los fondos de las obras sociales.
La ruptura de la CGT, salvo a los predicadores de cuanto peor, mejor, no le convenía a nadie: ni al gobierno, empeñado en alumbrar una agenda en el todavía no nacido consejo económico y social; ni a los empresarios, que en un contexto de retracción podrían soportar un aguacero descontrolado de reclamos por salarios y mejores condiciones laborales, ni a la oposición democrática, pues frente a un eventual desborde de la situación no está preparada ni unida para asumir una responsabilidad institucional.
Hasta los espíritus más calenturientos se esforzaron por aflojar las tensiones, sin privarse de hacer notar su desconfianza. "No me quiero pelear con nadie", le confesó la presidenta Cristina Fernández al jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri, quien le regaló un bandoneón cuando la visitó en la Casa Rosada para inaugurar un diálogo que hasta aquí brilló por su ausencia.
Y hasta los sectores K más convencidos del proyecto abierto el 25 de mayo de 2003 y de su rechazo al "plan de derecha" del PRO-peronismo (en él incluyen a Francisco de Narváez y a Felipe Solá) elogiaron los gestos musicales de Macri y la actitud conciliadora de Federico Pinedo. Este diputado atendió a la Mesa de Enlace agropecuaria con el ánimo de modificar las retenciones, pero sin generar "un frente anti-oficialista".
Las concesiones que va haciendo Cristina -no conforman por ahora las modificaciones que se introducirán en el INDEC ni la salvaguarda de la que goza el secretario de Comercio Guillermo Moreno- encuentran correlatos en otros estamentos.
Desde la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli inició un trato privilegiado con los productores rurales y empezó a rodearse de peronistas, en lo que algunos interpretaron como el principio de un distanciamiento con Néstor Kirchner. Luego fue a la Sociedad Rural en compañía del senador José Pampuro, para beneplácito de los duros Hugo Biolcati y Mario Llambías.
"Scioli se pasó de equipo", como afirmó el dirigente Abel Guerrieri. Optimista y contemporizador, el ex campeón de motonáutica no le soltó la mano a la presidenta, pero no se privó de reunirse en secreto con el ex presidente Eduardo Duhalde, quien trabaja en las sombras para reconstruir su imagen y volver subido al carro del movimiento productivo que conduce su amigo, el industrial José Ignacio de Mendiguren. Scioli canta "a alambrar, a alambrar" cuando convoca a ex jefes comunales para cargos ministeriales. Desplazará, por caso, del área de Desarrollo Social a Daniel Arroyo, un buen técnico de Flacso que no tiene como su reemplazante Baldomero Oliveira, de Avellaneda, conocimiento directo de las reglas del conurbano ni de la forma de asistir directamente a los sectores más pobres.
La carrera de Scioli, quien abriga alguna esperanza mínima para el 2011, no significa que se haya cortado solo, pues también por estos días se vio al ultra De Vido procurando dar contención a los intendentes a los que Kirchner llamó "traidores" en la intimidad.
De Vido, un hombre que no ambiciona un cargo público más alto que el que ostenta hoy, apuesta al fortalecimiento de un polo peronista que sostenga la gestión de Cristina y desaconseja una nueva experiencia transversal de K hermanado con los piqueteros Luis D´Elía, Emilio Pérsico y Edgardo de Petris.
"No hay magia. Si cuando tuvo todo el poder Kirchner no pudo armar una fuerza progresista, menos lo podrá hacer ahora cuando estamos en retirada", señaló uno de los suyos que en esta hora de derrota trabaja para "que Cristina recomponga con la gente y deje de pelearse con los grandes medios".
Las múltiples conversaciones en marcha apuntan a dar respuestas al campo sin desatender las urgencias de la gente. Uno de los ámbitos de discusión es el Parlamento, donde ya son muy pocos los fundamentalistas kirchneristas. Predomina la intención de convencer, explicar y persuadir.
Una alta fuente gubernamental aseguró a "Río Negro" que Cristina está dispuesta a flexibilizar posiciones sin abjurar de la defensa de la industria nacional, del reparto equitativo de la riqueza, la inclusión social y la defensa del empleo.
Señaló que en las actuales condiciones la Argentina no regresa al FMI, que el Estado no estará ausente en las tareas de control de los diferentes sectores y que no debe esperarse "un premio" para los acreedores externos (holdouts) que no entraron en el exitoso canje de la deuda externa.
Sorprendió cuando afirmó que el ministro Amado Boudou reiniciará las gestiones para pagar al Club de París, porque se trata de compromisos con naciones que fueron solidarias con la Argentina.
"Estamos bien, con superávit y reservas, a pesar de las siete plagas de Egipto", expresó
-¿Cómo es eso? -quiso saber el cronista.
"Cristina demostró tener aguante y sigue con la iniciativa. Y eso que sufrió la embestida de los sectores republicanos más conservadores en el caso Antonini Wilson, el conflicto con el campo, los ataques de Clarín, la retracción mundial del segundo semestre del 2008, una sequía que no se veía desde 1952, el dengue y la fiebre porcina".
-No mencionó a Julio Cobos -se le apuntó. "Y eso es lo que nos faltaba, va a entrar en el libro Guinness de récords mundiales".
ARNALDO PAGANETTI
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