Cansada de ser presionada por sus amigos, Eily Toyama finalmente se inscribió en Facebook. Pero usó el nombre de su gato, no el suyo, para no ser molestada por gente con la que no quiere tener contacto. Y ni le hable de hacer twitter a menos que quiera provocar un gesto de exasperación.
``No creo que la gente necesite saber tanto de mi vida'', expresó esta mujer de 32 años, que trabaja en tecnología de la información. Hay gente que está cansándose de la sociabilidad cibernética. Y no solo las personas mayores, que pasaron la mayor parte de su vida sin la internet. A medida que crecen las opciones de contacto social a partir de la web, ya sea con redes tan abiertas como la de Twitter o como la más discreta LinkedIn, incluso muchos de los jóvenes que impulsaron el crecimiento de estas redes empiezan a sentirse abrumados.
Mike Nourie, estudiante del Emerson College de Boston, dice que se siente aliviado cuando trabaja en el verano en Cape Cod, donde las comunicaciones no son tan confiables. ``Me da la oportunidad de relajarme y de concentrarme en otras cosas, como la música, el trabajo, los amigos'', manifestó este joven de 20 años. Alex Slater fue más drástico todavía: el mes pasado cerró su cuenta con Twitter y retiró la mayor parte de sus datos de su página en Facebook.
A pesar de que tiene 600 ``amigos'' en Facebook, frecuenta ese portal con mucha menos asiduidad. ``Informarse de los detalles de la vida de la gente, desde la ruptura de una pareja hasta lo que desayunaron, y cosas mucho más sórdidas, es como espiar a las personas'', declaró Slater, un ejecutivo de 31 años de una firma de relaciones públicas de Washington.
``No me preocupa tanto la protección de mi privacidad, sino más bien la ética de un 'zoológico humano' en el que las vidas de otros, y con frecuencia problemas graves, son vistos como una forma de entretenimiento''. Un reciente estudio del Proyecto Pew sobre la Internet y la Vida de los Estadounidenses reveló que al 45% de las personas de todas las edades les gusta poder socializar a través de las computadoras y aparatos portátiles.
El 48% dijo ser indiferente a estas redes sociales, sentirse abrumado por los aparatos o descartar la internet. La gran sorpresa la representa el 7% restante: personas con una edad promedio de 29 años, que saben manejarse en las redes cibernéticas de contactos sociales y manipular los aparatos electrónicos, y que se sienten conflictuadas por la idea de estar permanentemente en contacto con otros. Pew los describió como ``usuarios ambivalentes''.
``La idea de desconectarse los pone nerviosos'', dijo John Horrigan, director asociado del Pew que escribió el informe. ``Creen que pueden perderse algo. Pero al mismo tiempo desean tomarse un respiro''. Gary Rudman, quien observa las tendencias juveniles para GTR Consulting, llegó a la misma conclusión. ``¿Cómo no sentirse fatigado con todas las obligaciones sociales y de trabajo que contraen los jóvenes?'' a partir de la internet, preguntó Rudman. ``Con Facebook, LinkedIn, Plaxo y Twitter, los jóvenes tratan de evitar quedar a un lado o sentirse irrelevantes''.
Jennavieve Bryan, estudiante de 25 años de la Golden Gate University de San Francisco, sigue sin incorporarse a las redes sociales de la web. Admite que se siente ``un poquito celosa'' cuando ve la vida de sus amigos tan bien delineadas en las páginas de la internet, pero opina que eso es algo que representa mucho trabajo y da pocas satisfacciones. ``Cuando mis amigos se enteran de que no tengo una página en MySpace o, Dios no lo permita, en Facebook, me miran como si debiese ser marginada de nuestro círculo social'', expresó. No debería llamar la atención el que algunas personas consideren irrelevantes los contactos rápidos vía Twitter y las novedades de Facebook.
Craig Kinsley, profesor de neurociencia de la Universidad de Richmond, dice que hay estudios que revelan que el cerebro humano desea el contacto social, a partir de la internet y fuera de ella, pero que hace hincapié en la calidad de ese contacto. ``Muchos contactos breves pueden dejar al usuario deseoso de un intercambio más profundo y significativo'', manifestó.
``Una buena conversación con un amigo querido es algo mucho más reconfortante que unas pocas líneas cortas, a veces llenas de emoción, en un tweet que puede leer todo el mundo''. Paul Herrerias opina que la mayor parte de la gente está empezando a hacer esa distinción. Hace casi siete años, Herrerias, director gerente de una oficina de la firma Stanton Chase en San Francisco, inauguró lo que describió como el ``CEO Club'', un encuentro de una vez a mes para desayunar con ejecutivos que buscaban trabajo tras la debacle de los dot-com.
``Hubiéramos podido hacer esto por internet. Pero lo que entusiasmaba a la gente era el contacto personal'', dijo Herrerias. Agregó que algunas personas manejaban más de una hora para hacerse presentes. ``Hay un sentimiento de solidaridad entre nosotros. A mí me preocupan sus necesidades y a ellos le preocupan las mías''.