Recientemente, este medio publicó una nota acerca de los gastos que efectuaba la provincia de Río Negro en materia de tercerización en la atención y contención de pacientes con problemas de salud mental sobre la cual me gustaría hacer algunas reflexiones.

La ley 2.440 de Salud Mental de Río Negro, conocida como de "desmanicomialización", no permite contar con centros estatales para este tipo de atención. Pero la realidad marca que existen casos en que debe haber internación para que no ocurran hechos lamentables como el de Choele Choel o el Viedma. Debería tomarse como tema pendiente de gobernantes y sociedad, para un debate maduro, la modificación o una aplicación más efectiva de esa ley, porque en aquellos lugares de donde se copió o tomó la idea ya se avanzó en la calidad de atención de los pacientes, dado sus fracasos en eventos similares a los nuestros mencionados. Además, es importante decir que están minimizadas las áreas de salud mental en los hospitales públicos, donde su personal trabaja denodadamente pero son pocos y, como en Cipolletti, no tienen camas destinadas específicamente a estas patologías.

Lo anterior es una introducción al tema sobre el que me interesa referirme, que son los montos mencionados en dicha nota, dado que la parte médica no es mi especialidad. Esos montos parecen, para quienes desconocen el tratamiento, grandes erogaciones, pero para quienes estamos relacionados de alguna forma con el tema es evidente que es poco.

Hoy, si el Estado tuviese que cubrir estas prestaciones -lo que implica armar todo lo edilicio, formar personal y su posterior mantenimiento-, le sería mucho más costoso.

Dentro del área de Salud Mental se comprenden las adicciones, y nombro éstas por representar una de las instituciones mencionadas en la nota, entre las prestadoras de la provincia.

De dicho listado las podríamos clasificar en tres categorías: centros psiquiátricos, centros duales -pacientes psiquiátricos con adicciones, categoría en la cual nos encontramos- y centros de adicciones. Aclaro que las tres categorías tienen estructuras y metodologías diferentes de trabajo.

No es mi intención defender los valores, son parecidos entre las instituciones, pero sí poder explicar lo difícil del sostenimiento sustentable de este tipo de establecimientos.

Por ejemplo, algunos responsables estamos evaluando conformar una organización para que nos nuclee y de esa forma poder tener mayor respaldo técnico-legal que en la actualidad, dado que aquellos que trabajamos en adicciones no nos encuadramos dentro de algunas federaciones o colegios de nuestra provincia o región patagónica. Esto hace que nos manejemos por convenios individuales o prestaciones vía excepción y nos encontremos con que las obras sociales registran deudas superiores a los seis meses o que seguimos facturando a valores del 2008.

Si hablamos del costo del día de internación, que incluye la hotelería y la atención profesional, su valor es de entre un tercio a la mitad de lo que se factura la hotelería en internación por diferentes patologías de centros de salud privados.

Además muchas mutuales, prepagas u organismos del Estado se rigen por los valores que se tienen en Capital Federal o provincia de Buenos Aires, cuando en realidad nosotros tenemos mayores costos, como por ejemplo zona desfavorable en haberes, mayor consumo de servicios, fletes caros en insumos diarios, falta de grandes oferentes en compras, etcétera.

En cuanto al personal idóneo en atención de esta patología, nosotros podemos decir que después de seis largos años hemos logrado formar un equipo terapéutico muy competente. Pero la realidad indica que, por ejemplo, el único lugar donde se realiza la residencia en Psiquiatría es el Castro Rendón de Neuquén, con un cupo reducido de residentes. Esto demuestra la poca cantidad de profesionales disponibles, a lo que se suma que tampoco está la especialidad en adicciones en esta carrera ni en la de psicólogo. Peor aún es el desgaste psicológico de estos profesionales por el trabajo cuerpo a cuerpo diario que tienen con los pacientes, lo que hace necesario un recambio importante.

Por último y en algunos casos en este tipo de internación, la cual es por períodos extensos, el paciente que es internado -"depositado" por la familia cansada de tantos años de consumo o derivado por organismos gubernamentales que cubren a los carentes de mutuales privadas- no cuenta con el dinero para sus gastos personales y en muchos casos son las instituciones las que deben hacerse cargo de los mismos.

Con lo expresado quiero dar mi humilde opinión sobre el tema y seguramente debe quedar mucho aún en el tintero.

ALDO MILDEMBERG (*)

Especial para "Río Negro"

(*) Presidente de la Fundación Lanna