Jueves 30 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. 32 > Policiales y Judiciales
Murió delante de todos, pero no se pudo saber quién o quiénes lo mataron

NEUQUÉN (AN)- El asesinato de Javier Galar ocurrió en pleno centro, en una calle repleta de gente, pero no se pudo descubrir quiénes le pegaron ni quién le causó la muerte.

La duda, lo que se sospecha que quizá pasó pero que -a criterio de los jueces- no se pudo probar con el grado de certeza necesario para una condena, es el tono dominante de la extensa sentencia leída ayer (hoy darán una copia a la prensa).

¿Por qué tanta incertidumbre? Porque los jueces encontraron un solo testigo confiable para su paladar, un taxista que vio todo aunque se equivocó en un reconocimiento; y porque la ciencia y los recursos técnicos de los forenses no alcanzaron a descubrir quiénes pegaron y cuál fue el golpe mortal.

Por eso este resultado tan difícil de comprender. En resumen los jueces dijeron: se sabe quiénes le pegaron a Galar (Díaz, Serrano, un menor de edad), se sospecha quiénes pudieron haberle pegado pero no hay pruebas suficientes (Chambla, Larrat); no se sabe quién pegó el golpe mortal; y no fue probada la intención de matar.

Además la sentencia destaca que el joven de 27 años murió en medio de una riña que empezaron sus amigos, y no los acusados. En tono de reproche, el camarista Emilio Castro afirma: "Es más fácil comprender la reacción de los imputados que la de los amigos de Galar, quienes deben cargar con la culpa moral. Sin su acto provocativo de esa noche, la víctima estaría viva".

Según la reconstrucción de los hechos que hizo la Cámara, la madrugada del 17 de junio de 2006 Galar cruzaba la calle Yrigoyen junto a sus amigos Carlos Garré y Gabriel Di Marco cuando una Peugeot Partner en la que viajaban cinco muchachos y tres chicas pasó por el lugar y rozó a Di Marco.

El fallo continúa: los amigos de Galar "tuvieron tiempo de reflexionar" y pudieron olvidar el incidente. Pero en cambio corrieron hasta el semáforo de 9 de Julio y Belgrano, donde la Partner se detuvo, y le pegaron una trompada a Nicolás Chambla, el conductor.

Con esa agresión empezó la riña que terminó con la muerte de Galar.

De la camioneta bajaron los ocho ocupantes dispuestos a vengar el golpe contra Chambla. Al verlos Garré y Di Marco entendieron en qué se habían metido y escaparon corriendo.

Galar se quedó en la vereda, con las manos en los bolsillos, sin defenderse.

A los otros no les importó; ya era parte de esa pelea que no quiso ni empezó.

 

GUILLERMO BERTO

gberto@rionegro.com.ar

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