El gigante tecnológico alemán Siemens anunció hoy en Múnich que como consecuencia de la crisis económica mundial, en el tercer trimestre del año sufrió un marcado retroceso tanto en el volumen de pedidos como en la facturación.

Por ello, comunicó que en los próximos meses procederá a recortar 1.600 empleos, principalmente en el extranjero.En total, el volumen de pedidos cayó un 28 por ciento hasta los 17.200 millones de euros (unos 24.192 millones de dólares).

Además, por primera vez desde el inicio de la crisis, la facturación se contrajo un cuatro por ciento a 18.300 millones de euros (25.740 millones de dólares). El beneficio neto fue de 1.300 millones de euros (1.830 millones de dólares), no mucho menor que en el mismo periodo de 2008, cuando las ganancias netas alcanzaron la cifra de los 1.400 millones de euros (1.970 millones de dólares).

Sin embargo, el grupo sólo pudo alcanzar ese resultado gracias entre otros a la venta de bienes inmuebles y de su participación en Fujitsu Siemens, operaciones que aportaron a sus arcas cerca de 500 millones de euros (703 millones de dólares).

Las cifras son bastante peores de lo esperado por los expertos. "Pero para eso ya nos habíamos preparado a tiempo", dijo el presidente del grupo, Peter Löscher. En sus tres negocios principales, industria, energía y tecnología médica, los beneficios de Siemens retrocedieron cerca de un 20 por ciento hasta los 1.700 millones de euros (2.390 millones de dólares).

En la división industrial, en concreto, la entrada de pedidos cayó un 42 por ciento en el tercer trimestre. También empeoró el negocio energético, normalmente bastante estable. Los encargos en esa unidad de negocio retrocedieron un 15 por ciento en el mismo periodo y la facturación lo hizo en un 10 por ciento, indicaron los portavoces del grupo de Múnich.

Löscher recalcó que pese a los resultados obtenidos en el tercer trimestre, sigue firmemente convencido de que se podrán cumplir los objetivos fijados para el conjunto del año.

La crisis apenas dejó huella en Siemens durante sus primeros meses, pero de enero a marzo el grupo sufrió su primera caída de encargos. Como respuesta, deccidió reducir la jornada laboral a 19.000 de los 130.000 empleados con los que cuenta en Alemania.

DPA