Miércoles 29 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. 48 > Contratapa
Una princesa en Villa La Angostura
Máxima paseó por el cerro Bayo e hizo canopy. Está de vacaciones con el príncipe y sus hijas.

VILLA LA ANGOSTURA (Especial).- A 1.500 metros, parada a unos metros del lugar de ascenso y descenso de la silla doble, vestida con calza y campera violeta, mira como sus dos hijas mayores hacen sus primeras experiencias con el esquí. Parece una turista más, pero no lo es. Se trata de Máxima Zorreguieta, la rubia argentina que un día enamoró al príncipe Guillermo en Nueva York y se transformó en parte de la realeza holandesa.

Tres corpulentos custodios controlan que nada entorpezca sus vacaciones en Villa la Angostura. A decir verdad, los únicos que siguen con atención sus movimientos, pero a distancia prudencial, son los paparazzi llegados desde Buenos Aires. Cuando se acercan demasiado, uno de los custodios pide que la dejen tranquila. "No puedo posar para fotos, no estoy en visita oficial", explicó Máxima.

El lugar elegido no es casual. A veinte metros está el restaurante 180 de su hermano Martín. El nombre alude a la increíble vista panorámica del lago y la montaña y al arriesgado giro de los más audaces sobre la tabla de snowboard. Esa es la base de operaciones de los Zorreguieta en el Bayo. Porque además de Guillermo, Máxima y las nenas, están los padres de ella, Jorge Zorreguieta y María del Carmen Cerruti. El saltó a la fama cuando se casó su hija: no pudo asistir a la boda por haber sido funcionario (secretario de Agricultura) de la dictadura militar.

Ahora la familia está unida y parte de la rutina de los Zorreguieta en el cerro es pasar un rato en el Club Gold, un espacio vip con laptops, grandes pantallas planas sintonizadas en CNN, diarios y revistas, entre ellas las que pronto mostrarán sus vacaciones en varias páginas.

Más tarde, fue el momento de la última diversión: atada a un arnés, ya con una campera más abrigada y un coqueto gorro al tono, Máxima hizo canopy dos veces y cruzó por el aire el bosque nevado. Al final del recorrido, de unos 500 metros, el príncipe Guillermo la esperaba con una radiante sonrisa. Luego, todos partieron al exclusivo country Cumelén.

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí