Es algo tan simple como una sensación ocasional de ardor o quemazón en el pecho. No hay quien no la haya sufrido en algún momento de su vida, pero a algunos se les complica y se transforma en lo que se llama "reflujo gastroesofágico", cuando se vuelve muy frecuente. Esta última condición afectaría, según estiman los gastroenterólogos, a un 23% de la población.
Los síntomas típicos de reflujo son la pirosis (una sensación de dolor o molestia quemante en la línea media del pecho detrás del esternón que puede incluso llegar a la garganta) y la regurgitación (vuelta a la boca del contenido gástrico que se manifiesta por gusto agrio o amargo en la boca producto del líquido refluido).
De datos recabados durante la convocatoria "Jornadas de acidez frecuente", realizadas en junio en el hospital de la Universidad de Buenos Aires (UBA), surgió que, de los pacientes que padecen reflujo, el 60% se automedica y sólo el 40% consulta al médico; lo que trae consigo el riesgo de padecer serias complicaciones.
Las que siguen son una serie de medidas dadas por los profesionales del hospital, que pueden ayudar con este problema tan frecuente, y evitar el recurso de la automedicación.
- No acostarse inmediatamente después de comer. La principal causa de acidez y de reflujo gastroesofágico es la regurgitación, o retorno de parte del bolo alimenticio desde el estómago hacia el esófago. Esto puede ocurrir por laxitud o debilidad del píloro, que es el esfínter o válvula que separa ambos tramos del aparato digestivo. Por eso es conveniente esperar dos o tres horas después de comer antes de acostarse a dormir.
- Realizar comidas más pequeñas. Es conveniente comer cuatro o cinco veces al día pero en cantidades menores. Una comida demasiado copiosa presiona al estómago y puede impulsar los ácidos gástricos hacia el esófago. La mejor prevención es mantener el estómago en funcionamiento, y por eso se debe comer regularmente cada 2 ó 3 horas, y en porciones chicas.
- Eliminar o limitar los alimentos que disparan la acidez. Comidas fritas o muy grasosas, alcohol, chocolate, pimienta, cebolla, café, ajo, gaseosas con cafeína, cítricos, salsas y jugo de tomates, estimulan la secreción de ácidos gástricos más de lo normal.
- Controlar el peso. Los kilos de más presionan el abdomen y empujan al estómago contra el esófago, lo cual es otra de las posibles causas de acidez. La hernia hiatal es otro ejemplo de ello. Esa presión de abajo hacia arriba es muchas veces lo que hace que los ácidos gástricos puedan volver al esófago.
- Evitar la ropa muy ajustada. Por motivos similares, la ropa muy ajustada en la cintura presiona el abdomen y de esta manera se ejerce presión bajo el esfínter esofágico inferior.
- No fumar. El humo del tabaco también aumenta la secreción de ácidos por parte del estómago e irrita las paredes del esófago.
- Poner tacos debajo de la cama. Se sugiere elevar la cabecera de la cama con tacos de 10 cm, pero solamente en aquellos pacientes que ya tengan síntomas al acostarse. Esa inclinación del cuerpo hace que la gravedad dificulte el reflujo desde el estómago hacia el esófago. Pero las personas con insuficiencia vascular venosa deben evitar esta alternativa
- Mucho cuidado con los analgésicos. No abusar del consumo de antiinflamatorios no esteroides (aspirina, paracetamol, ibuprofeno, naproxeno, diclofenc) frente a la presencia de dolores frecuentes como cefaleas, dolor de cuello o cintura, entre otros. Estas sustancias tienen un efecto lesivo de la mucosa gástrica, especialmente en casos de consumo sostenido y prolongado.
- Consultar al médico.