Hasta no hace mucho, Latinoamérica era una observadora distante del conflicto en Medio Oriente. Pero eso está cambiando muy rápido y -para bien o para mal- cambiará aún más rápido en el futuro próximo.
Después de tres años de una frenética actividad de Irán en Latinoamérica, que incluyó tres viajes del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad a la región -hay una cuarta visita programada para agosto- y la apertura o ampliación de media docena de embajadas iraníes en la región, Israel está empezando a levantar su perfil en América Latina.
El ministro de Relaciones Exteriores israelí, Avigdor Liberman, está realizando una visita de diez días de duración a Brasil, Argentina, Perú y Colombia, lo que constituye la primera gira por Latinoamérica de un canciller de Israel en los últimos 23 años. Y, según funcionarios israelíes, se está programando un viaje del primer ministro Benjamin Netanyahu a Brasil, Argentina y tal vez un tercer país de la región en noviembre de este año.
En una entrevista telefónica desde Buenos Aires, donde se encontraba acompañando al canciller israelí, Dorit Shavit, directora de relaciones latinoamericanas del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, me dijo que la visita de Liberman es un intento de fortalecer las relaciones de Israel con la región y de contrarrestar la creciente influencia de Irán en Latinoamérica.
"Desde el 2005, cuando fue electo Mahmoud Ahmadinejad, Irán ha abierto embajadas en Nicaragua y Ecuador, ha enviado más diplomáticos a Chile y Uruguay y tiene el propósito de abrir embajadas en Perú y en Panamá", me dijo Shavit.
¿Y por qué Israel está tan preocupado por eso?, le pregunté.
"Por dos cosas", dijo Shavit. "Primero, porque el presidente de Irán está amenazando con borrar a Israel del mapa. Lo ha dicho varias veces y es algo inaceptable cuando se trata de dos Estados que son miembros de las Naciones Unidas. Y no es una amenaza hipotética, porque no sólo están intentando desarrollar un programa nuclear sino que también están tratando de desarrollar misiles con un alcance de 2.000 kilómetros que pueden llegar a las ciudades israelíes".
"En segundo lugar, Irán es el principal patrocinador de organizaciones terroristas como Hizbollah, Hamas y la Yihad islámica", dijo Shavit. "Son muy activos en darles entrenamiento y ayuda financiera a las organizaciones terroristas, además de darles albergue a algunos de sus líderes".
Citando la aparente responsabilidad de Hizbollah -respaldada por Irán- en el ataque terrorista de 1992 contra la embajada israelí en Argentina y en el atentado de 1994 contra el edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que dejó como saldo 84 muertos, Shavit dijo que Irán tiene fuertes conexiones con las células de Hizbollah en la región.
Cuando le pregunté en qué lugares de la región operaba Hizbollah, mencionó -en este orden- la triple frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil, la isla Margarita en Venezuela, la península de la Guajira en Colombia y México. Le pregunté en qué lugar de México, pero dijo no poder dar esa información.
"Ellos [Hizbollah] están recaudando dinero y enviándolo al Líbano", señaló. "Dicen que lo hacen para ayudar financieramente a las familias afectadas por el conflicto en Medio Oriente, pero estamos prácticamente seguros de que al menos parte de ese dinero se destina a comprar armas para Hizbollah".
Mi opinión: la visita de Liberman a Latinoamérica obedece en parte a razones diplomáticas y en parte a motivos de política interna.
Avigdor Liberman, un halcón que en el gobierno de coalición de Israel representa a los colonos israelíes en territorios ocupados, es -por decirlo suavemente- una figura polémica en su país. Según el periódico israelí "Haaretz", ha sido marginado de la conducción de las relaciones de Israel con Washington, que están conducidas directamente por Netanyahu y el ministro de Defensa Ehud Barak, y también se lo mantiene a distancia de toda relación con el mundo árabe, a cargo del presidente Shimon Peres.
Y la creciente presencia de Irán en Latinoamérica también obedece en parte a motivos diplomáticos y en parte a razones de política doméstica.
Ahmadinejad, que según la oposición iraní se acaba de robar las elecciones presidenciales de su país, está aislado internacionalmente por su negativa a cumplir con tratados nucleares internacionales y necesita que en Irán lo vean por televisión siendo recibido por jefes de Estado extranjeros, por más lejos que estén sus países.
Habría sido mejor que la actual delegación israelí a América Latina hubiera sido encabezada por Peres, quien podría haber presentado mucho mejor la imagen de Israel como la única democracia verdadera en el Medio Oriente y una nación líder en nuevas tecnologías (es el país que más invierte en investigación y desarrollo per cápita y ocupa el tercer puesto mundial en patentes registradas per cápita).
No obstante, es bueno que Israel haya decidido elevar su perfil en Latinoamérica y no le deje la cancha libre al régimen teocrático racista de Irán.
ANDRÉS OPPENHEIMER (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Periodista argentino. Analista
internacional. Miami