Lunes 27 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. 29 > Cultura y Espectaculos
EN CLAVE DE Y: Apolo, el negro y la amistad

Quién iba a decirlo: un acontecimiento que quizás no existió impulsó a un argentino, Eduardo Febraro, a entusiasmar a sus conocidos con el "Día del Amigo". Y, quién iba a predecirlo, ¡resultó! La verdad, es un día bárbaro, y espero que usted lo haya pasado bien, por lo menos tan bien como yo, que fue mucho. Porque a diferencia de la familia, que se hereda, la amistad se construye desde la nada.

Claro que este buen señor habla de "amigo", en la aún vigente concepción de que el masculino contiene al femenino -¡oh, qué trágica sorpresa se ha llevado más de uno!-, y más vigente aún hace cuarenta años, cuando dice la historia -que como se sabe, la escriben los que ganan- una nave norteamericana, Apolo XI, transportó hasta la Luna a tres cosmonautas, y la misión dejó la bandera de las barras y estrellas, una huella y una placa sobre llegamos en paz en nombre de la humanidad; y Neil Amstrong dijo la célebre frase "un pequeño paso para el hombre?". Claro que no podrían perder tiempo en las cientos de banderitas de todos los países, y además, seguro que mientras duraba el viaje alguno se independizaba y había que volver?

Pero no volvieron. Ni ellos ni nadie. Nunca más. ¿Por qué?

Ah, le juro, estos días me he divertido, enojado, intrigado y discutido como pocas veces. Es que como me fascinan las teorías conspirativas, siento cierta simpatía con la tesis según la cual todo fue un excelente montaje; y hay quienes aseguran que fue dirigido nada menos que por mi ídolo Stanley Kubrick (¡qué infamia para tan gran cineasta!), que todo el mundo se lo creyó, aunque desde algún lado empezaron las dudas: ¿por qué ondea la bandera, si no hay aire? Y las sombras, están mal las sombras. Y las estrellas ¿no existían?

El Sr. Obama los recibe, cuarenta años después, en la Casa Blanca, y hay que ser muy, muy buen actor para fingir la emoción que evidencian esos tres hombres, pero, aguarde: ¿no es cierto que muchas veces hay personas que se creen su propia invención, y no están en los hospicios o como se llamen, sino en cargos públicos o espacios mediáticos estelares? ¡Jajajaa!. Sí que el tema da para todo. Y han pasado cuarenta años,

Momentito. ¿Cuarenta años? Se me ocurre lo siguiente: atended, hombres y mujeres de sentido común, astrólogos y astrónomas, astrofísicos y geofísicas, escuchad mi humilde pregunta: ¿cómo, en nombre del dios Apolo, ningún Hubble, que ha llegado a las lejanísimas constelaciones, brindándonos espectáculos impresionantes; ningún satélite de los miles que andan por esos cielos, de muchos países, incluso del nuestro; ninguno, pero ninguno, puede sacar una foto, registrar una película, darnos un panorama de la cercanísima Luna, y mostrarnos la huella, la banderita y la placa? Vamos, ¿qué es esto? No estamos en la época de los dos imperios. La guerra fría fue. Este es el mundo multipolar, hay tecnología del este y del oeste, un montón de naciones y agrupaciones de naciones pujando por dominar el espacio, por llegar más lejos y más nítido. Si ya sabemos de qué está compuesto Marte, y cómo son sus cráteres y canales? ¿Y nadie, pero nadie, puede corroborar el pequeño paso para el hombre y el gran salto para la humanidad?

Ni yo, amante de las teorías conspirativas, imagino un pacto de silencio globalizado en torno de lo que hay (o no hay) en la Luna. Por favor, en nombre de la verdad, pónganse las pilas, muestren la escena quieta y silente. Yo apuesto por el Invap, ¡ése es mi pollo! Vamos Invap, demostremos qué pasó, si pasó algo, y listo.

Mientras tanto, adhiero a la arrasadora ola criolla que propone recordar al Negro Fontanarrosa como el ícono para referenciar el día de la Amistad. Mucho menos discutido, más cercano, más valioso, más?amigo.

 

MARÍA EMILIA SALTO
bebasalto@hotmail.com

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