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Bariloche también necesita creatividad ante la crisis | ||
A esta altura, el panorama no resulta alentador. La fuerte caída en las reservas turísticas, la falta de fuentes de trabajo, los reclamos gremiales, la crisis generada por la gripe A, y para colmo la falta de nieve, terminaron generando en Bariloche un cóctel complicado. No hay dudas: es una temporada atípica, donde todos los sectores comprometidos con la actividad necesitan dedicarse no sólo a efectuar sus reclamos (razonables, claro, mientras no se mortifique al turista), sino también a rediagramar la oferta turística, incluso más allá de la nieve. Mostrar creatividad en una época dominada por la crisis. Un rápido recorrido por la ciudad y la base del Catedral permite dar con ejemplos de lo que se podría hacer para que los turistas -que eligieron Bariloche- se sientan algo más complacidos. Veamos detalles que podrían mejorarse. Hotelería: en tiempos malos conviene ser prudentes con los precios. Se sabe, por ejemplo, que las cabañas bien ubicadas que cobran razonables tarifas están completas actualmente. El cerro: el pago de los 25 pesos resulta un golpe de gracia a los costos adicionales que demanda un medio de elevación, un pase diario, una comida y el alquiler de equipos, que agotan cualquier bolsillo del visitante. El resultado está a la vista. Una buena parte de ese espacio está totalmente vacío (a excepción del que es gratuito) y los automovilistas generan un caos en la villa a la espera de hallar un espacio para dejar su vehículo. A la falta de turistas, a la crisis económica y a la gripe A, se suma un factor determinante: la falta de nieve. Si bien las bajas temperaturas lograron mantener la acumulada en la parte alta, en la base sólo se puede "disfrutar de "manchones" que funcionan como pistas y desalientan hasta al esquiador más novato. La semana pasada se generó más de una discusión entre visitantes que pugnaban por obtener un espacio de nieve para que sus hijos disfruten del clásico "culi-patín", contra operarios del área de seguridad de pistas y una exaltada instructora, quienes amenazaban con "multar" o con "pasarle por arriba a los chicos con una tabla" si no se retiraban del lugar. Para desdramatizar la situación, resultaría conveniente que los servicios del cerro también tomen en cuenta las necesidades de todos: esquiadores y no esquiadores, y se delimiten sectores a tal efecto. | ||
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