Las actividades económicas de Río Negro están, en su mayoría, atravesando una gravísima situación, que tiene origen en diversas circunstancias.
-La ganadería sufre el tercer año de una prolongada sequía que ha diezmado los rodeos ovinos, caprinos y bovinos. Aun en condiciones económicas "normales", llevaría años recuperar la cantidad de vientres, una vez que se normalice la existencia de pasturas en los campos que no han resultado irreversiblemente dañados por la desertificación. Pero, además, el sector padece la falta de rentabilidad que lo afecta en todo el país, en gran medida derivada de las políticas intervencionistas dispuestas por el gobierno nacional. Es decir que difícilmente el panorama podría ser más ominoso.
-La fruticultura padece la falta de crédito y la iliquidez derivada de la no liquidación de reintegros fiscales correspondientes a las exportaciones ya realizadas. Con miras al futuro próximo, ve con preocupación que sus costos de producción internos son aún más altos que en la época de la convertibilidad y, si bien los mercados externos ayudaron hasta ahora con su demanda sostenida, la crisis mundial podría hacer que esto fuera diferente en la próxima temporada.
-El turismo invernal soporta su tercer año de serios problemas. Esta vez fue el riesgo de contraer la gripe A la que inhibió de viajar a miles de personas y las llevó a desistir de disfrutar de los maravillosos paisajes y servicios que posee la región. En años anteriores, similar efecto habían causado las erupciones de los volcanes Llaima y Chaitén y los problemas que enfrentó el flujo de la aeronavegación comercial en el país.
-Para el sector comercial, en tanto, se combinó la retracción motivada por la cautela de los consumidores ante la crisis con las restricciones al funcionamiento de lugares públicos dispuestas en procura de disminuir la propagación de la gripe A.
Precisamente en estas épocas difíciles, los sectores económicos se encuentran relativamente solos, sin un Estado capaz de atenuar los efectos de una situación que, de este modo, impactará con severidad en el empleo y en los sectores más vulnerables de la población.
Sin un banco estatal provincial, sin un sistema crediticio ágil y conveniente en manos de entidades públicas, sin un gobierno activo que fije políticas de promoción, el resultado será sin duda que sólo aquellos que tienen mayor solvencia económica podrán resistir.
El Estado está en Río Negro tan endeudado que apenas puede ir cumpliendo a cuentagotas las obligaciones laborales con sus empleados y funcionarios, un plantel que el actual gobierno ha multiplicado varias veces, no siempre en forma justificada.
Con un presupuesto provincial de 3.821 pesos, la deuda actual de la provincia es de 3.611 millones de pesos, de los cuales el 92% tiene como acreedor al Estado Nacional. El año próximo Río Negro deberá pagar 567 millones de pesos de intereses de su deuda pública, y en el 2011 esa suma subirá a 644 millones.
Además, el déficit corriente es de 26 millones por mes, lo que sigue agigantando el endeudamiento caro, porque sólo a cambio de la ilusión de una ganancia desmesurada una entidad financiera podría prestarle dinero a un Estado en tal situación de insolvencia.
Sin embargo, el gobernador Miguel Saiz no parece haber tomado nota de cuánto necesitan de su gestión y de su presencia eficaz los distintos sectores de la administración pública y los empresarios de los sectores en dificultades.
Aún no ha terminado de digerir la derrota electoral sufrida por sus candidatos a diputados nacionales el pasado 28 de junio. Y continúa ocupado en una maraña de relaciones complejas incluso con sus colaboradores más estrechos.
El árbol no lo deja ver el bosque.
Esta semana, la defensora del Pueblo, Ana Piccinini, logró que la Justicia Federal frenara en casi toda la provincia el aumento de la tarifa del gas motivado en el decreto 2.067/08.
No fue agenda del Ejecutivo, ni cuando se dictó el decreto.
Y fue el senador peronista Miguel Pichetto quien gestionó varios encuentros de dirigentes de las cámaras empresariales del turismo con funcionarios nacionales en Buenos Aires y se puso a la cabeza del reclamo de medidas de auxilio para el sector.
Ni el gobernador ni su ministro de Turismo estaban allí.
No extrañaría, en cambio, que desde el gobierno provincial reprocharan tal diligencia, argumentando intromisiones políticas o intenciones mezquinas.
La mirada de Saiz suele ver la realidad teñida de teorías conspirativas.
Si durante años asombró la modorra con la cual el equipo de gobierno afrontaba los problemas cuando ya se habían insinuado, declarado y agravado hasta niveles de riesgo, en estos tiempos preocupan la quietud y la falta de ideas proactivas ante la diversidad de frentes que requieren de gestión.
Lo único que se mueve en las esferas del poder son las rencillas palaciegas.
Afortunadamente, el berrinche que distanció al gobernador de su ministro de Hacienda tuvo un principio de solución.
Es de esperar que el funcionario pueda ahora abocarse plenamente a ver cómo mejorar las cuentas públicas y el gobernador a ocupar su tiempo en algo de lo mucho que tiene aún pendiente.
Sin duda que una de esas tareas es abrir el diálogo con los diversos niveles institucionales y, muy especialmente, con los intendentes, pilotos de todas las tormentas sean del oficialismo o de la oposición.
Bien dicen que toda crisis tiene en ella el germen de una oportunidad. Para quienes saben construir sobre ella.
ALICIA MILLER
amiller@rionegro.com.ar