Domingo 26 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. 42 > Cultura y Espectaculos
"Prefiero una literatura infantil comprometida"
La escritora habló de su última novela para chicos. Se titula "Mientras duermen las piedras".

NEUQUÉN (AN).- Lucía vive en una casa precaria a orillas de un río, con su mamá y sus dos hermanos, Rafa y Lito. La familia se completa con una abuela postiza que los ayuda mucho. Ella sale a pescar en su canoa y siempre les trae algún pescado de regalo. También están los vecinos, los maestros y los amigos de los chicos. Del padre nada se sabe. Accidentes, peleas y reconciliaciones, emprendimientos comunitarios alentadores, son algunas de las situaciones que enfrenta esta familia pobre que vive en las orillas, pero es fuerte en vínculos y afectos.

Como tantos otros libros de María Cristina Ramos, "Mientras duermen las piedras" (Editorial Edelvives) camina por múltiples senderos: sabe recorrer en paralelo paisajes íntimos y paisajes sociales, lugares reales y cotidianos. Es una novela pensada para lectores adolescentes. Narrada desde el punto de vista de una pequeña niña con mucha imaginación y determinación, Lucía, cuenta las dificultades de una familia muy pobre para sobrevivir.

Y si la protagonista del libro es tan de carne y hueso y las historias y los personajes tan verosímiles, es porque la autora prefiere mostrar la realidad cruda y descarnada de la Argentina de hoy. Pero lo hace sin golpes bajos ni dramatismo, con la esperanza que aparece a través de situaciones refrescantes y vitales como la creación de una huerta comunitaria.

La novela subraya un espacio sensible de su autora al momento de escribir: "La indefensión de los niños en situación de pobreza", dice Cristina en su casa del barrio Huiliches. "Es uno de mis temas radicales, la importancia de los adultos que rodean a los niños. Tanto las influencias positivas como las negativas, el acudir solidariamente a resolver las situaciones por las que atraviesan los chicos. Porque es urgente que hay que acudir a resolver las necesidades de los niños", enfatiza.

Las ochenta y ocho páginas tienen, sin embargo, un ritmo muy natural y refrescante que aporta la mirada inocente de la protagonista. Así, los problemas cotidianos y complejos se intercalan con temas motivadores como la amistad, la solidaridad y la cooperación, la necesidad de formar redes sociales, el vínculo entre los habitantes del río y el medio ambiente, la importancia de la familia, el papel de la educación como forma de superación.

"Es un punto de vista infantil que, en realidad, los que escribimos tratamos de no perder: el contacto con el mundo de la manera más diáfana. Intercalar lo que va sucediendo con situaciones oxigenantes y vitales, a pesar de la pobreza. Porque los chicos van encontrando cosas donde sostenerse en la medida en que pueden. Ese punto de vista infantil es el que me solaza recuperar, que tengo ahora por supuesto más palpable desde la perspectiva de mis nietos. Si te habías olvidado de algo, lo recuperas nuevamente".

-Es una novela de corte realista pero alentadora...

-Sí, es por respeto a los lectores. Lo presenté en la escuela 313 del Manzanar en Cipolletti y me conmovió mucho una conversación que había entre los chicos que comentaban "qué buena idea una huerta". Yo crecí cerca de experiencias de cultivo de tierra, entonces es una de las cosas que me pregunto por qué no son más frecuentes.

-La huerta aparece en el libro como salvadora...

-Es salvadora. Los chicos lo valoraban como algo bueno. Fijate que yo pensé que podía ser una de las cosas menos visibles y ellos lo recuperaban con entusiasmo. Fue maravilloso. Una nena me preguntó si yo me había planteado la posibilidad de escribir cosas que les sirvieran a las personas que están pasando por situaciones de pobreza. ¡Eso me preguntó!

- ¿Qué le respondiste?

-Le dije que la idea de una huerta era una posibilidad. Fijate cómo los chicos tienen esa sensibilidad que supera la de muchos adultos. Esa fue la primera devolución, increíble.

-¿La mirada que propone "Mientras?" rompe con la literatura infantil un tanto idílica?

- Lo que pasa es que hay distinta literatura infantil. Mi preferencia pasa por una literatura infantil comprometida, que tenga raíz, que tenga sustento en lo que nos sucede cotidianamente... Está lleno de orillas este país.

-¿Hay muchas Lucías?

- Seguro, pero fijate que no es un delirio que sea esperanzador el libro. Creo sinceramente que éste país va a salir adelante, obviamente por el compromiso de sus dirigentes, pero también por estas pequeñas organizaciones y redes. Esa es mi mirada de las orillas. Nadie está destinado a estar en las orillas, todos tienen que tener su derecho y posibilidad de salir de situaciones de pobreza en las que se encuentran. Y la sociedad tendría que sostener esas experiencias, ayudarlas.

-¿El libro te sigue gustando?

-Sí, sigo apostando a la lectura como forma de conexión con otros seres humanos, en este caso con los niños que son lo más importante.

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