Con el correr de las horas, la hipótesis de que los delincuentes que antenoche robaron armas en el regimiento Campo de Mayo buscaban los fusiles para incorporarlos al "mercado negro" fue tomando más y más fuerza, aunque el llamativo golpe que dieron los desconocidos disfrazados de soldados despertó numerosas sospechas.
Los tres FAL (Fusiles Automáticos Livianos) que fueron sustraídos tras reducir a cuatro guardias que estaban en el puesto conocido como "Banco de Sangre" tienen una alta cotización en las esferas más organizadas del mundo delictivo. Es que los disparos de esas armas, de venta prohibida a los civiles, pueden atravesar el blindaje de casi cualquier vehículo, entre ellos, por ejemplo, los camiones de caudales. En el ámbito del narcotráfico estas armas, que entre otros países fabrica la Argentina, también alcanzan gran valor, en especial en las zonas "de guerra" entre bandas y fuerzas antinarcóticos.
El sorpresivo robo del jueves por la noche derivó en la inmediata asociación del caso con el ocurrido el 9 de junio de 2007, cuando tres delincuentes se alzaron con cinco fusiles de un puesto de guardia del mismo predio del Ejército. Los autores de ese hecho fueron detenidos cuatro meses después. (Agencias)