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ANÁLISIS: Un baño de racionalidad | ||
BUENOS AIRES (ABA).- El tiempo no es eterno para el gobierno después de la derrota electoral del 28 de junio. Porque, se sabe, en el peronismo son implacables con los jefes que fueron aventajados en el combate, aún por ventaja mínima. En ese sentido, la disculpa pública del secretario general del a CGT, Hugo Moyano, a los "gordos" que había ofendido horas antes, obedeció al requerimiento de un gobierno que necesita abrirse, moderar los ímpetus personalistas y dar señales claras a la sociedad que es la hora del consenso. Y que va en serio. Por eso, el camionero le abrió los brazos a dirigentes sindicales que lo toleraron mientras su poder era indiscutible, ya que concentraba "la caja". La bendita caja. Pero también hay mensajes por elevación a otros protagonistas que condujeron al PJ al retroceso en las urnas y hoy reciben la atención -suspicaz, pero consideración al fin- del radicalismo, el socialismo, el peronismo disidente e incluso del intendente porteño, Mauricio Macri. "La gobernabilidad la debemos cuidar todos", repite en la intimidad la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien luego de la cerrazón inicial, apostó a un esquema de convivencia más sereno. Le dio a preponderancia a ministros peronistas dialoguistas como Carlos Tomada, de Trabajo (empeñado en "bajarle los humos" a Moyano), Julio de Vido, de Infraestructura (contenedor del camionero y puente de plata con los intendentes del Gran Buenos Aires) y el jefe de gabinete Aníbal Fernández, quien entre otros difíciles cometidos tiene el designio de apaciguar la rebelión de la mesa de enlace agropecuaria. Néstor Kirchner debería tranquilizarse y ceder los primeros planos. "Acá se consulta todo, pero la que decide hoy es Cristina, es un verso lo del doble comando", aseguró a "Río Negro", un funcionario K de suprema lealtad. También captó el nuevo escenario otro de los coroneles de la caída, el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, quien empezó a distanciarse de Kirchner y rodearse de colaboradores que fueron jefes comunales, como el de Avellaneda. "Es una forma de alambrar la provincia para autodefenderse y abrigar alguna expectativa para 2011", reveló uno de sus colaboradores. Que la sangre no haya llegado al río, hizo respirar normalmente al gobierno y a los empresarios, que se agarraban las cabezas ante un eventual endurecimiento por reclamos salariales y mejoras laborales. "Con la actual situación de crisis económica, no hay margen para la proliferación de conflictos", expuso un industrial. La oposición de las fuerzas democráticas, además, ha decidido no tirar de la cuerda, quizá porque la instancia demanda acuerdos razonables. "Si se produjera cualquier contingencia extraña, no estaríamos preparados para asumir el gobierno", admitió un dirigente radical que sueña con Julio Cobos como presidente para dentro de dos años.
ARNALDO PAGANETTI | ||
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