JOHANNESBURGO.- Los sudafricanos más pobres multiplican estos días las protestas, a veces violentas, en los townships (barrios segregados durante el apartheid) para reclamar alojamientos decentes y mejor acceso a los servicios públicos. Las acciones adoptaron tintes racistas cuando los manifestantes quemaron y saquearon tiendas propiedad de extranjeros, según medios locales.

Tan sólo en un barrio pobre en la ciudad de Balfour, en la provincia de Mpumalanga, la policía tuvo que custodiar a un lugar seguro a más de 100 somalíes y etíopes, así como a chinos y paquistaníes, para protegerlos de los ataques.

El presidente Jacob Zuma condenó de forma muy severa los ataques contra los extranjeros. Los medios informan que se destruyeron vehículos y varios comercios regentados por extranjeros, así como edificios públicos.

Jody Kollapen, de la comisión nacional de derechos humanos, lamentó que apenas se ha trabajado sobre la violencia del año pasado contra los extranjeros.

El martes, las fuerzas del orden dispersaron una protesta en el township de Thokoza, cerca de la capital económica sudafricana, donde unas 200 personas exasperadas por sus condiciones de vida lanzaron piedras contra los vehículos de las fuerzas de seguridad. Unas 35 personas fueron arrestadas y debían comparecer ayer.

Los disturbios recuerdan el estallido de violencia xenófoba surgido en mayo de 2008 en Sudáfrica, primera potencia económica del continente.

Unos 60 extranjeros fueron asesinados entonces por sudafricanos que los acusaban de robarles los empleos y de contribuir a la fuerte criminalidad. Otros miles huyeron de su barrio.

La falta de agua potable, de alojamientos decentes, de empleo y de electricidad centran las reivindicaciones de los manifestantes, que recuerdan al presidente Jacob Zuma sus promesas. Su partido, el Congreso Nacional Africano (CNA), ganó ampliamente las elecciones legislativas del 22 de abril, tras una campaña que tuvo la lucha contra la pobreza entre sus temas prioritarios. (DPA y AFP)