SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El obispo de Bariloche Fernando Carlos Maletti y varios sacerdotes de la Diócesis local fueron despojados de dinero y efectos personales por dos audaces asaltantes que irrumpieron portando armas de fuego cuando ellos estaban reunidos en uno de los salones de la sede del Obispado.
El insólito y grave hecho se produjo aproximadamente a las 13 de ayer en el edificio situado en Pasaje Gutiérrez 893.
La empleada que atendió a dos hombres que habían tocado el timbre en la puerta del inmueble fue sorprendida y encañonada con las armas que portaban los delincuentes. Bajo amenaza, la mujer fue obligada a conducirlos hasta donde los religiosos mantenían una reunión de trabajo.
Los sujetos comenzaron por exigirle a los sacerdotes y al obispo Maletti que les entregaran todo lo que tuvieran de valor. Se esa manera lograron reunir alrededor de 4 mil pesos en efectivo, además de los efectos personales de los sacerdotes que les resultaron interesantes.
También aprovecharon que uno de los religiosos acababa de adquirir un juego de parlantes para una computadora, los cuales llevaba guardados en un bolso, y antes de retirarse, renovando sus amenazas de muerte, también se lo llevaron, junto con un equipo de DVD que pertenece al Obispado y que se utiliza para distintas actividades.
No es el primer robo que sufre el Obispado de Bariloche, aunque en la anterior ocasión los ladrones ingresaron durante un fin de semana y en ausencia de sus moradores violentaron una caja fuerte. En aquel hecho los desconocidos se llevaron los ahorros y monedas de oro que el anterior Obispo atesoraba allí.
Las autoridades policiales y judiciales que intervienen en el caso sólo cuentan con la descripción de los asaltantes que brindaron las víctimas, pero el personal de Criminalística procuraba ayer por la tarde encontrar huellas digitales y de pisadas que pudieran resultaran útiles para la investigación.
Con gran hermetismo se manejó ayer la información, sin individualizar a todas las víctimas.
Maletti, de 60 años, fue nombrado por el Papa Juan Pablo II como obispo de Bariloche en julio de 2001. Antes había desempeñado su labor religiosa en San Cayetano, en el barrio porteño de Liniers.
