Preocupado por la avalancha de reclamos de diferentes sectores para que realice cambios en el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el Gobierno decretó una serie de medidas que no apuntan al corazón del problema.

Por empezar, el INDEC depende hace dieciocho años del Ministerio de Economía. Que ahora lo sea de manera directa, sin la mediación de secretarías, no cambia nada si se tiene en cuenta lo que viene pasando desde enero de 2007.

Fue por entonces cuando comenzó lo que los trabajadores de ATE-INDEC (¿serán convocados al consejo consultivo?) denunciaron como la "manipulación" del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.

El INDEC no dependía -y no dependió nunca- de esa Secretaría, sino de la de Política Económica. Nunca hubo una denuncia de sus sucesivos titulares por la intromisión de un funcionario ajeno a la jurisdicción. Y lo que es peor, ninguno de los ministros de Economía (de los que Moreno y sus pares de Política Económica son subordinados) se inmutó ante la alteración de las atribuciones dentro de su cartera. Así, durante dos años y medio pasaron cinco ministros y cuatro secretarios de Política Económica, ante un inamovible Moreno que siguió interviniendo en un organismo en el que, formalmente, no tenía ninguna incumbencia.

Con esos antecedentes, ¿que impedirá que Moreno siga teniendo injerencia en el INDEC, aunque el organismo pase a depender del Ministerio de Salud? Los consejos académico y consultivo corren el riesgo de limitarse a un rol decorativo. Y Moreno, como dijera el jefe de Gabinete, seguirá cumpliendo órdenes.

MARCELO BÁTIZ

(DyN)