- Y una media mañana de hace quince años cambió su vida?
- O se renovó desde el convencimiento de sobrevivir para luchar a favor de la vida, para que en medio del dolor, del desgarro, de tanta mutilación provocada por el odio a lo distinto, la vida siga y siga. Un instante que abrió el horror.
- Templarse en ese instante, que en la vida no es nada más que una hilacha, escribió Jorge Semprún tras sus paso por el campo de concentración de Buchenwald. Hábleme de aquel instante, del estallido. ¿En qué parte de la AMIA estaba usted?
- En la parte trasera del segundo piso, contrafrente. Había llegado minutos antes junto con mi secretaria Mirta Strier, quien murió? ahí, en mi inmediatez, murió gente de mi cotidianidad laboral? los chicos de seguridad que acababa de saludar, la chica de recepción, el mozo que no bien yo llegaba ya me traía un café. Todos? de golpe, la vida arrancada. El estallido me tomó de pie, me acaba de levantar de mi escritorio. El estruendo, aunque para mí el estallido no fue algo muy ensordecedor.
- ¿Cómo es eso?
- Si bien el estallido de los explosivos se sintió en muchas direcciones y hay relatos que dicen también que desde muy lejos en la ciudad, en mi caso el ruido que me quedó, que aún recupero, es el del derrumbe del edificio, techos, vigas, mampostería que se desprendía.
- ¿Cuándo toma nota de la magnitud de lo sucedido?
- Cuando saliendo junto con otra gente de ese mundo que perdía formas, por el contrafrente hacia un edificio colindante que da a la calle Uriburu. Aturdidos, en mi caso sin heridas físicas de ese "mundo" que perdía formas, de un edificio lindero, ahí del techo de ese edificio miramos hacia Pasteur y nos dimos cuenta de la magnitud del hecho. ¡Una imagen terrible!
- Que potenciaba otras imágenes...
- Por supuesto, pensar en la gente que estaba ahí abajo... la idea de dolor, de muerte. Ya en la calle caminé abrazada a la esposa de un muchacho del servicio de seguridad.
-¿Tenía posibilidades de organizar el pensamiento, sus reflexiones?
- No sé. El recuerdo que tengo en relación a eso es que sucedían y sucedían cosas. Los gritos, la gente aturdida, familiares que llegaban, el primer helicóptero. Alcancé a hablar con mi familia.
- ¿En qué lugar se situaba su vida en ese momento? ¿Había una posibilidad de pensar en algo por fuera de ese escenario?
- Mi vida estaba ahí. Ése era el espacio puntual. Estaba ahí y en mi familia.
- ¿No tomó distancia del área?
- No. Estuve ahí varias horas. Ayudando a familiares que llegaban? gente que sufría aquí y allá. Luego me fui a un edificio que, dedicado a tareas educativas, la AMIA tenía a pocas cuadras, donde comenzaba a organizarse la comunidad, y ahí me sumé a esa tarea. Me acuerdo de un nene que caminaba con su mamá por la vereda de enfrente de la AMIA y murió, creo que de 5 años...
- Sebastián Barreiro?
- Esa mañana le había dejado en la cocina de su casa el dibujo de una casita que había hecho la noche anterior. Sebastián? un nene?
- ¿En aquellos primeros minutos se desahogó desde alguna reflexión? Mirando el horror, ¿hubo algún "hijo de puta"?
- Y, sí, lo hubo? en términos de desahogo, sí. Inevitable.
- ¿Qué es para usted el miedo tras el atentado?
- Algo que jamás me inmovilizó. Por el contrario, renové mis convicciones a favor de la vida, de luchar contra el odio, la discriminación. La fuerza es la vida.
- Pero usted es sobreviviente, ¿cómo calza la idea de vida en relación con ser sobreviviente?
- Lo que le decía: luchando a favor de la vida. Después de haber vivido escapando de los nazis durante la guerra, tras el atentado mi madre me dijo: "¡No pensé jamás, jamás en que alguien de los míos tendría que ser sobreviviente!" Ella, ¡sobreviviente de tanto!
- Sobreviviente, la condición que condicionó tanto a Primo Levi en relación con el mundo que le tocó al ser sobreviviente. ¿Cómo ve a la Argentina en relación con la AMIA, a la sobrevivencia que emergió del horror?
- Si la miro a la Argentina institucional, desde la acción de la Justicia, por caso, tengo una lata cuota de frustración con respecto a que finalmente suceda justicia, que AMIA no quede impune. Hay momentos en que emergen datos, decisiones, que alientan en uno la idea de que aún es posible la justicia, pero ante tanto manoseo de pruebas, destrucción de evidencias, ese aliento suele ser muy efímero.
- Pero también está la sociedad. AMIA fue un ataque a la Argentina, judíos o no judíos. En un instante a Argentina le arrancaron 85 seres. ¿Cree que el argentino promedio lo percibe?
- Creo que ha madurado este tema. Siente al ataque como lo que es: un ataque contra su vida. Lo vemos en gestos, en el acompañamiento a nuestro dolor, nuestro recuerdo? Los medios han jugado un gran papel a favor de ese asumir el atentado. La no justicia para AMIA no es la no justicia para judíos, es la no justicia para todos los argentinos. AMIA no es cuestión de judíos, es todo argentino. Creo que eso ya está asumido.
- Es posible, pero éste es un pueblo racista y discriminador, donde la contundencia del prejuicio está en el discurso cotidiano, el discurso del poder, incluso. Cuando no se trata de "negros" se trata "judíos de aquí o de allá"? O de todo extranjero en las primeras décadas del siglo XX. En la Patagonia eran "los chilotes", ahora los "bolitas"?
- Yo no niego la existencia de sectores que siguen comprometidos más con el odio a todo lo distinto que con la convivencia con lo distinto, sin exclusiones. Gente que acciona en función de la vida desde el miedo al "otro", el prejuicio?
- Escribió Herder, cuya literatura está en los fundamentos del nazismo muy a pesar de lo que digan muchos, que el prejuicio no hace feliz, que la Nación más ignorante, la más repleta de prejuicios es la más sana, la que mantiene el "calor materno". Grave. Hitler no fue aun accidente en la vida de Alemania. ¿Qué se pierde el racista en esta cosa de ir por la vida?
- Que puede ir de la mano de ese "otro" construyendo vida, no quitándola.
- ¿Qué es la memoria en todo esto? AMIA, Embajada? la Soha, el Holocausto? los Lager que Levi?
- ...es ratificarse en mantenerla viva, sin odios, es el punto de partida que nunca desfallece, que sostiene la convicción de defender la vida? en que es posible ir juntos entre quienes pensamos diferente sobre muchas cosas, pero nos debemos a la vida. Y mire, volviendo a nuestra Argentina, creo que hoy mantener la memoria es más elocuente que décadas atrás. No sólo por nuestra propia experiencia como Nación, sino porque vivimos en un mundo cada vez más integrado, más comunicado y esto enriquece visiones, perspectivas. Por lo demás, creo que Argentina sabe cuánto han hecho los judíos inmigrantes y sus descendientes por esta patria, que es lo que les correspondía hacer, por supuesto. Pero que es posible que no siempre se haya apreciado? Río Negro, ya que estoy hoy en Bariloche, es un ejemplo de sociedad donde esa inmigración y sus herederos encontraron un espacio para mostrar su vitalidad, sus ganas de hacer para todos, para el Alto Valle, para Bariloche? Desde muchas de nuestras particularidades, por supuesto? manteniendo costumbres, nuestras tradiciones, nuestra literatura o lo que se quiera, pero por Río Negro, por Argentina? Y eso es la memoria, saber que nos pueden atacar, odiar, pero que seguiremos luchando día a día a favor de la vida.
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com