Domingo 19 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. 43 > Cultura y Espectaculos
Nostalgias

Los nostálgicos dirán que el escenario callejero es otro, que ya no se ven las cubiertas bandas blancas, que las tazas ya no son cromadas y de metal, que paragolpes en serio eran los de antes y que a algunos viejos automóviles no hay con qué darles.

Se animan incluso a desafiar la modernidad y plantean que el viejo Torino o la coupé Dodge son más rápidos que cualquier vehículo de la actualidad, aunque eso posiblemente sea complejo de probar por cuestiones de sentido común.

Las calles de cualquier ciudad de la Argentina cambiaron sustancialmente el escenario de los automóviles, de las viejas bicicletas, de las camionetas, de las viejas Gilera a las modernas motos de la misma marca o de otras de cualquier cilindrada, de las modestas Puma de otro tiempo a las actuales con imponentes colores y hasta estampados del gusto del cliente.

Los autos forman parte de las tradiciones, ya dijimos que una tradición va más allá de la música y las comidas, una tradición se instala también por los gustos de la gente, por sus preferencias que en el terreno de los vehículos suele ser bastante discutida.

Claro, cada uno tiene guardadas las imágenes según de qué generación sea, pero hay vehículos con los que convivieron varias generaciones. Quién no vio por las calles de cualquier pueblo o ciudad un poderoso Torino o un Falcon, o tal vez un Chevrolet Rally Sport y un Chevrolet Súper. Ese mismo escenario hoy sería complejo de mostrar, porque ya esos mismos autos son poco frecuentes de ver en una calle.

Pero las mismas calles dejaron de ver a muchísimos otros vehículos que fueron emblemáticos para cada uno según el grado de admiración o el poder adquisitivo de nuestros padres.

Una Estanciera es poco frecuente para nuestra vista, pero sí lo era en otro tiempo, ya casi no quedan Peugeot 404 en las ciudades y directamente son autos de colección los viejos Peugeot 403, unos más redondos de la marca del león.

El Ford Fairlane era símbolo de buen poder adquisitivo y hoy es más bien una reliquia que guardan los nostalgiosos o coleccionistas. Si venía con techo vinílico mejor aún, tenía los tapizados cosidos con hilo dorado. Un verdadero lujo.

Los fititos se resisten a desaparecer y de la tanda de varias décadas atrás son los que más se ven en las calles, los Rastrojeros más viejos ya no están, aunque sí algunos de las versiones más modernas que salieron. El viejo Rambler ya no se ve, tampoco quedan demasiados Renault 4 y desaparecieron los Gordini y los Dauphini, una versión más antigua de la misma marca.

Los escenarios son distintos hasta en los colores, cualquiera se asombra de las nuevas pinturas que lucen imponentes, pero también se asombra cuando alguien con un imponente Ford Falcon se pasea por las calles de cualquier ciudad.

Los buenos autos, que llevan recuerdos cargados de a montones, no dejan jamás de generar admiración en cualquier persona que se detenga a mirarlos.

Tapizados de cuero, accesorios cromados y de peso, cubiertas sin tanto firulete como las de ahora, rodados distintos, llantas simples, grandes volantes y baúles de gran capacidad eran la característica común de autos como el Falcon, el Torino, los Dodge Polara, el Rambler, y los Peugeot.

Pero también los de tamaño reducido como el Fiat 600 o el más viejo aún Fiat 800, los Gordini y el Renault 4, forman parte del escenario de los recuerdos, aunque todavía algún cuidadoso propietario estaría dispuesto a llevarlo a dar una vueltita. Ahí resumirá recuerdos de protagonistas de un tiempo, que formaron parte de un escenario lleno de afectos.

Fierros que dejaron huellas.

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