Algunas empresas se las han arreglado para prosperar a pesar de la crisis económica internacional que tantos perjuicios ha provocado. Entre las firmas más exitosas están las que forman parte del grupo inmobiliario y hotelero cuyos dueños son el ex presidente Néstor Kirchner y su esposa. Según la declaración jurada de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el año pasado el patrimonio de los dos creció el 158%: en el 2007 tuvieron que conformarse con 17.824.941 pesos, pero en los doce meses siguientes lograron casi triplicarlo, ya que el monto llegó a 46.036.711 pesos. Si los artífices de esta auténtica hazaña fueran empresarios privados, el crecimiento asombroso de su patrimonio en un período en que otros se vieron constreñidos a intentar limitar sus pérdidas, ya que la recesión global empezó a mediados del año, motivaría una investigación exhaustiva por parte de los economistas especializados aunque sólo fuera con el propósito de averiguar exactamente cómo lo hicieron; por tratarse de la presidenta de la República y de su marido todopoderoso, la investigación debería estar en manos de la Justicia. En teoría, es por lo menos factible que el enriquecimiento espectacular de los Kirchner haya sido consecuencia de nada más siniestro que la evolución del mercado inmobiliario y un boom localizado del negocio hotelero, pero no les será del todo fácil convencer a los demás de que realmente fue así. Por cierto, en vista de los cargos –formal en el caso de Cristina, informal pero aún más influyente en el de Néstor– que desempeñan, no puede serles dado disfrutar del beneficio de duda alguna.Los políticos que consiguen hacer del poder que les ha confiado la ciudadanía una fuente de ingresos son corruptos por antonomasia. Pues bien, todo hace pensar que los Kirchner pudieron comprar terrenos fiscales en El Calafate por 132.079 pesos, los que meses más tarde vendieron por 6.300.000, merced a su relación con las autoridades municipales que, por amistad o por entender que sería de su interés congraciarse con sus comprovincianos, dejaron escapar lo que para los contribuyentes de la zona hubiera sido un negocio redondo. Dicho de otro modo, a juzgar por la evidencia circunstancial, los más de seis millones de pesos que los Kirchner se embolsaron a raíz de una inversión módica debieron muy poco a su astucia empresaria y mucho a su poder político, lo que haría del asunto un ejemplo clásico de corrupción. En algunas partes del mundo, la revelación de que los bienes declarados de personas como los Kirchner se multiplicaron tanto como el pan y pescado de la Biblia daría pie a un escándalo que durante semanas mantendría plenamente ocupados a los medios de difusión, pero parecería que en nuestro país, el que según organizaciones como Transparencia Internacional está entre los más corruptos de América Latina, muy pocos se sintieron sorprendidos por el crecimiento fenomenal del patrimonio de los santacruceños. Con todo, el abogado Ricardo Monner Sans y un grupo de diputados de la Coalición Cívica han tomado el asunto lo bastante en serio como para denunciar ante la Justicia a Cristina y a su marido por presunto “enriquecimiento ilícito” y “lavado de dinero”. Hasta ahora, todos los intentos de impulsar una investigación judicial de los negocios presidenciales han fracasado al archivarse las causas, pero en vista del cambio notable que ha experimentado el clima político últimamente podría modificarse la actitud de muchos jueces. Por desgracia, en nuestro país es normal que los políticos más populares y por lo tanto más poderosos gocen de impunidad y que cuando comienzan a proliferar motivos para sospechar que sus ciclos están por terminar se reactiven las causas en su contra. Es lo que le sucedió al ex presidente Carlos Menem. Tal y como están las cosas, a los Kirchner les aguarda un destino aún más complicado puesto que, además de las preguntas planteadas por el aumento insolente de su patrimonio personal declarado, también tendrán que rendir cuentas por los tristemente célebres fondos de Santa Cruz que fueron depositados en el exterior y colaborar con la Justicia para ayudar a aclarar la situación jurídica en que se encuentra una hueste de “pingüinos” que, lo mismo que sus jefes, han visto crecer sus patrimonios a un ritmo realmente impresionante a partir de mayo del 2003. |