BUENOS AIRES.- En una de las últimas fotos de campaña, el gobernador Daniel Scioli, se mostraba épico jugando al tenis con su único brazo. Una pintura que representa el calco perfecto de lo que la gente suele valorar y que según encuestadores todavía lo mantienen vivo y expectante: "Un canto al voluntarismo y el sacrificio", comentan algunos de sus colegas justicialistas.
La historia reciente demostró que con esos dos valores no alcanza para erigirse en protagonista en un tiempo aciago para el oficialismo, pero su lealtad a Néstor Kirchner trata hoy de ser salvada por quienes claramente se realinean en las filas peronistas disidentes.
Será por esto, o por instinto de supervivencia clásico de los tradicionales barones del conurbano, que de la mano del vicegobernador de la provincia, Alberto Balestrini, se agitarán en los próximos días acciones diferenciadoras en consonancia con el resultado electoral del 28 de junio.
Scioli repensó todas estas movidas en su viaje relámpago por Italia, en el que estuvo acompañado por su compañera Karina Rabolini. Ella junto con su hermano Pepe, secretario general de la gobernación, son las personas que más escucha desde que su estrategia "testimonial" llevó su ascendente carrera política a un tembladeral de dudas.
Las acciones por venir son: Cambio radical de su gabinete con la inclusión de intendentes o ex en áreas estratégicas como las de desarrollo social; diálogo político sobre todo con dirigentes agrarios y acercamiento con la Iglesia, relación que se vio algo deteriorada por los vínculos del kirchnerismo con el despliegue del negocio de los bingos.
Scioli vio afectada la relación con el electorado del interior agrario, sufriendo escraches varios. Ahora intentará recomponer la relación con los líderes la Mesa de Enlace. En la trajinada campaña tuvo iniciativas de ablande que fueron sistemáticamente socavadas por el ex presidente.
El ex motonauta no tuvo reflejos para escuchar en su momento al ahora ex jefe de recaudación fiscal de su gobierno, Santiago Montoya, quien se había ofrecido a ser el punta de lanza de un esquema diferenciador de la Rosada, proponiendo el diálogo político. Así como su hermano Pepe le habría pedido varias veces que renunciara a la candidatura a diputado. El primero debió irse al negarse a ser candidato a concejal en San Isidro. El segundo sobrevivió por el lazo de sangre.
Tiempos recientes que intentará dejar atrás, ahora escuchando más a aquellos que le advirtieron la debacle.
En cuanto a los barones del conurbano, terminaron de madurar la decisión de sostener al gobierno bonaerense tras las polémicas declaraciones de Néstor Kirchner al declamar que se sentía traicionando por la vieja política, en clara alusión a la supuesta falta de apoyo de los líderes comunales en el momento de traccionar votos en las urnas.
El plan de reactivación de la vida política de Scioli incluye abocarse de lleno a la gestión, ya que la distancia con el 2011 parece a priori eterna; dato que también tienen en cuenta en el poder central aunque con otras necesidades coyunturales.
La agenda de diálogo que plantean en el territorio bonaerense funcionará de manera paralela a la iniciada días atrás por el ministro de interior Florencio Randazzo.
Si fracasa la iniciativa del gobierno nacional, todavía Scioli tendría una herramienta ad hoc para reconstituir canales institucionales. Al margen del deber ser, los popes del peronismo bonaerense quieren hacer respetar aquel lema que persigue la argentina de los últimos 20 años: "Sin la provincia de Buenos Aires no hay gobernabilidad". Francisco de Narváez, en tanto, volverá a recorrer la provincia para seducir a ese poder profundo que parece decirle "los votos no son tuyos". (ABA)