Los problemas internos son inherentes al modelo económico vigente e independiente de la crisis nacional. Son de gestión. Se vienen manifestando desde hace tiempo y este gobierno no hizo más que profundizarlos.
Vaivenes a nivel nacional pueden amplificar o moderar la crisis local, pero los problemas económicos neuquinos tienen ya "vida propia". Que exista crisis en la Nación puede llegar a ayudar a no generar más caos, como también si sube el precio del petróleo en el mercado internacional. Pero a esta altura de los acontecimientos, los problemas internos de Neuquén pesan mucho en esta ecuación.
Es así que con la mejora de los precios de los commodities (petróleo para referenciarlo a la región) que volvieron a repuntar en el mercado internacional en estos últimos meses, la Nación mejoró su posición de caja y trajo alivio al golpeado modelo económico. Sin embargo, Neuquén sigue su derrotero negativo, independientemente de los buenos datos que llegan "de afuera".
- Los problemas externos están hoy íntimamente ligados a la relación que mantiene la provincia con la administración Kirchner. Desde que asumió la gobernación, Jorge Sapag intentó un acercamiento con el matrimonio presidencial buscando de esta manera lograr "beneficios" económicos, teniendo en cuenta el arbitrario mecanismo de distribución que ejerce el gobierno central a la hora de repartir fondos hacia las provincias. Los anuncios de nuevas y cada vez mayores inversiones llegan casi todos los días a la provincia. Pero la realidad de los hechos muestra que los fondos que gira la Nación a la provincia se encuentran muy por debajo de los que reciben los "gobernadores amigos" del poder central. Las estadísticas oficiales que detallan las obras financiadas así lo argumentan.
El nuevo viaje que realizó esta semana el gobernador Sapag a Buenos Aires fue para buscar fondos frescos para hacer frente a los graves problemas de caja que tiene la provincia y pedir un aumento sobre el gas a boca de pozo. Pese a las cartas enviadas a la presidenta Cristina Kirchner y el rally realizado por el Ministerio de Infraestructura, en manos de Julio De Vido, los resultados no cambian el curso de la historia. Sapag volvió de la Capital Federal con la promesa de que "algo" se le iba a acercar. Esto significa, traducido en el lenguaje kirchnerista, que por ahora no hay fondos frescos y que hay que esperar a las promesas efectuadas. Entre ellas está la inyección de "otros" 600 millones de dólares para reactivar la industria gasífera de la provincia.
Sólo promesas de CKF
Todo parece indicar que la prosa de Jorge Sapag no modifica sustancialmente el ánimo de la presidenta CFK. Dos son las causas, entre otras, de este nuevo desplante sufrido por el mandatario provincial.
- Hay que computar que la realidad económica que hoy muestra la Nación es totalmente distinta de aquella de fines del 2007, cuando el gobernador asumía, con promesas de cambio, las riendas de la provincia. El gobierno nacional enfrenta un 2009-2010 muy complicado en materia económica y fiscal. Necesita para este período algo más de 15.000 millones de pesos para hacer frente a los compromisos de vencimiento de deuda. El año pasado, gran parte de estos recursos llegaba de la mano de superávit fiscal y de las transferencias de cuentas de organismos públicos. Hoy este escenario ya no existe. Con la crisis económica, se esfumaron los grandes excedentes para transferir discrecionalmente a las provincias. ¿Qué hace pensar entonces que, con un serio problema fiscal en puerta, la Nación desviará partidas hacia una provincia que poco aporta para el proyecto político de los K?
- El otro tema que reclama Sapag es el incremento de partidas que llegan a la provincia a través de las regalías de gas y petróleo. Aquí también el gobierno central se encuentra "atado de manos". Aseguran desde la cartera de Julio De Vido que cualquier modificación que se haga sobre el precio del gas a boca de pozo tendrá que ser trasladado al consumidor. Y este escenario es insostenible teniendo en cuenta el último tarifazo en el gas que llegó a los hogares argentinos en este bimestre.
Por otra parte, señalan desde Nación que cualquier modificación en la liquidación de regalías petroleras o gasíferas que se haga con Neuquén tendrá un efecto cascada sobre el resto de las provincias petroleras, las cuales reclamarían el mismo trato. Esto significaría lisa y llanamente menos caja para la Nación en un momento en que al Ejecutivo le cuesta mantener sus cuentas en un precario equilibrio.
¿CÓmo se llegó a esta nueva crisis?
En marzo del año pasado, en este mismo suplemento, se adelantó que la evolución de la masa salarial neuquina mostraba una tendencia preocupante.
El gobierno, ingenuamente, hizo una fuerte apuesta a restablecer el orden en la provincia incrementando, en forma desproporcionada a sus posibilidades, los sueldos a los empleados públicos. "Debemos cerrar el frente que hoy tenemos con los gremios. Esto nos permitirá poner en funcionamiento Salud y Educación, que están virtualmente paralizadas con los reclamos gremiales. Priorizamos la paz social", confiaba en aquel entonces una alta fuente allegada al ministro Tobares.
De la mano de esta consigna, en este año y medio Sapag incrementó la masa salarial en más de 1.000 millones de pesos, distorsionando toda variable económica y comprometiendo así el futuro presupuesto provincial.
Hoy se puede decir que la apuesta se perdió.
El presupuesto se encuentra totalmente desbordado, producto en gran parte por el incremento del gasto salarial registrado en los últimos 18 meses y el gremio está en continua movilización, con todo el sistema de Salud y Educación pagando los costos de esta mala interpretación de la realidad política neuquina. Según fuentes del Ministerio de Hacienda de Neuquén, el superávit primario proyectado en el presupuesto en el 2009 para el primer semestre del año virtualmente se "pulverizó", mostrando al cierre de junio un déficit superior a los 100 millones de pesos.
Conclusión
Dos grandes lineamientos tuvo la gestión Sapag desde el momento en que asumió. Ambos con objetivos políticos bien definidos.
El primero de ellos apuntó a acercar la relación del Ejecutivo con los combativos gremios que tiene la provincia, relación que estaba quebrada desde hacía años. Interpretó, en forma reduccionista, que todo era una cuestión de "bolsillo". Mejorando el salario de los trabajadores lograría una tregua que le permitiría poner en marcha el "Nuevo Estado". Lo que no previó fue el tiempo que duraría esta tregua. Cuando se quiso poner a trabajar en algunos temas de agenda, los reclamos volvieron a la calle y la impronta de lo urgente terminó por fagocitar toda idea que implicara algún tipo de modificación en la elefantiásica estructura estatal. No pudo con el sistema.
El segundo cambio respecto de su antecesor, Jorge Sobisch, fue abrir un nuevo canal de diálogo con Nación, roto desde hacía más de cuatro años. Planteó ante Cristina Kirchner su aval al modelo económico, esperando alguna recompensa por este gesto. La relación creció, pero en un solo sentido. La obsecuencia de Jorge Sapag por mostrarse con la presidenta no tuvo los resultados económicos esperados para la provincia. Hoy, con un gobierno nacional política y económicamente debilitado, los sueños de mayores fondos para Neuquén pareciera que quedan, por ahora, sólo en eso, sueños.