Miércoles 15 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. 24 > Internacionales
Quemar autos se transformó en brutal "tradición" en Francia

PARÍS (Télam especial, por Hernán Campaniello).- La creciente violencia social en Francia empañó ayer la fiesta nacional y encendió una luz de alarma, luego de que cientos de vehículos fueran incendiados, 240 personas detenidas y policías chocaran con manifestantes que protestaban, justamente, contra la brutalidad policial.

La fecha en que Francia conmemora la revolución que terminó con la monarquía en 1789 se convierte cada año en un día festivo con miles de personas en las calles y fiestas populares regadas de alcohol, pero en la noche previa la furia y el descontrol se adueñan de ciertos barrios franceses. Para tratar de frenar la violencia, el dispositivo nacional de seguridad fue reforzado este año con 40.000 policías y gendarmes, 10.000 de ellos a París, marcando una movilización sin precedentes y con consignas precisas de "judicializar" los casos mas notorios y no ocuparse solamente de mantener el orden.

No obstante este operativo, la policía informó que esta madrugada 317 vehículos resultaron incendiados en todo el país.

Pese a que la quema de autos es casi un deporte en Francia (cada año mas de 12.000 vehículos son incendiados), las autoridades no ocultaron su preocupación porque la cifra marca un alza de 6,73% con respecto al 2008.

Además, la policía informó que 240 personas fueron detenidas (un 98,35% más) y que 12 integrantes de las fuerzas de seguridad resultaron heridos por "varias agresiones con fuegos artificiales y morteros".

En tanto, ayer por la tarde el suburbio de Montreuil (el límite oeste de Paris, en Seine-Saint Denis) se transformó en un violento campo de batalla cuando centenas de manifestantes se enfrentaron a las fuerzas del orden.

Los manifestantes denunciaban la violenta evacuación, por parte de la policía, de una clínica ocupada ilegalmente este fin de semana. El desalojo al centro social que los vecinos habían creado en la ex clínica fue, según las decenas de testigos, "desmedido y brutal", dejando como saldo un camarógrafo de 34 con la pérdida de un ojo por un tiro de "flash-balls", una pequeña y maleable arma que dispara balas de caucho. Organizaciones de Derechos Humanos denuncian el "abuso indiscriminado" de las nuevas armas por la policía.

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