YAKARTA (DPA).- Tia tiene 20 años y trabaja de "jockey" en medio del contaminante tráfico de coches de la superpoblada Yakarta. A veces lleva a su hija de cuatro años. Su labor no tiene nada que ver con caballos, sino que forma parte del grupo de miles de pobres que se ofrecen como pasajeros en los automóviles.
El motivo de que exista esta actividad es que para disminuir la locura del tránsito, en las horas pico sólo pueden circular por algunas calles coches que lleven al menos tres personas. Tia es muy demandada con su pequeña, porque cuentan por dos, pese a que no cobran el doble. En total suman 10.000 rupias (98 centavos de dólar) por viaje. "En días buenos consigo cinco viajes, pero a veces espero tres días sin nada", afirma la joven madre.
Va bien vestida y peinada, ya que dar una buena impresión es importante para el negocio. Lo hace desde hace cinco meses, y su niña va apática en su regazo. "No le molesta, casi siempre duerme", dice Tia.
Todos los días está tres horas a la mañana y por la tarde con la niña en medio del humo del tráfico. "¿Qué haría si no? Con el dinero nos compro la comida". Entre los dos turnos limpia casas para pagar el alquiler de la habitación en la que viven.
La ley del "3 en 1" fue introducida en 1992 en dos principales arterias de Yakarta, para evitar el colapso de las calles. Viven en la metrópolis 12 millones de personas, y se estima que otro tanto se desplaza a diario al centro desde los alrededores.
Cada día circulan por la ciudad seis millones de vehículos y el tráfico aumenta, según datos del Ministerio de Transporte, un 11% al año. El sistema ha reducido a la mitad la circulación por las avenidas afectadas, afirma el ministerio.
Puede que haya sido así al principio, porque hoy incluso en estas áreas especiales los coches avanzan con dificultad.
Iwan, de 27 años, también es "jockey", y no le gustan los rivales como Tia. "Las mujeres con niños son una competencia contra la que tenemos todas las de perder", afirma. "Cada vez hay más competencia".
En el barrio de Menteng hay decenas de "pasajeros" en la calle, que levantan el dedo como si fuesen a comprobar la dirección del viento: es la señal de que están listos para subirse a los automóviles. Iwan está en el negocio desde hace cinco años. "Incluso tengo un par de clientes fijos", asegura. Cuando consigue 50.000 rupias, ahorra entre 10 y 20.000.
Su trabajo es seguro mientras los planificadores del gobierno no avancen en sus proyectos. El sistema de transporte de masas previsto, una autopista elevada, avanza lento.
Aquí y allá hay pilares inútiles que se elevan al cielo, paralizados por problemas jurídicos y financieros, según se afirma. No habrá ninguna construcción hasta 2016, así que los escolares entran a las escuelas a las 6:30 de la mañana, para aligerar el tráfico de las calles.