E l primer gesto de Obama, a llegar por primera vez al África, fue visitar el castillo de Cape Coas en la costa de Ghana, desde donde los esclavos negros salían hacia América. Según el historiador británico Eric Hobsbawm, la cifra de esclavos africanos transportados a América fue de un millón en el siglo XVI, tres millones en el XVII y siete millones en el siglo XVIII. Lejos de recostarse en aquellas cifras de horror, Obama lanzó un mensaje moderno y riguroso: no hay ninguna razón para que África no pueda ser eficaz en su lucha contra la pobreza.
Obama recordó que cuando su padre salió de Kenia, hace 50 años, el Producto Interior Bruto (PBI) del país era superior al del Corea del Sur. La distancia que ha conseguido ahora Corea es sideral. "¿Qué ha pasado desde entonces?" -se preguntó Obama-. "Se ha acusado de la responsabilidad a la herencia del colonialismo, pero una de las verdaderas razones es que Corea ha creado instituciones transparentes y eficaces y no hay ninguna razón para que África no haga lo mismo".
"Es fácil apuntar con el dedo y culpar a otros de los problemas", afirmó el mandatario estadounidense. Reconoció que el mapa colonial ha alimentado a veces los conflictos y Occidente no se ha comportado como un socio. Pero no es posible responsabilizarlo por la destrucción de economías como la de Zimbabwe o de las guerras en las que se alistan a niños como combatientes. El presidente norteamericano llamó al continente africano a ponerse en pie, a recuperar el impulso transformador de los movimientos independentistas y hacer ahora la revolución basada en crear sociedades democráticas y justas que le permitan al África subirse al tren del progreso.
Los gobiernos que respetan las libertades de sus pueblos son más prósperos, más estables y más exitosos que los que no lo hacen, dijo Obama. "Ningún país va a crear bienestar si sus líderes se dedican a enriquecerse, si la policía se vende a los traficantes de droga, si los políticos se llevan el 20%. Nadie va a querer vivir en una sociedad donde el imperio de la ley da paso a la brutalidad y a la corrupción".
Huyendo de la retórica, les explicó a los africanos que la democracia no es hermosa, sino útil; que la libertad no es una meta, sino un medio y que las guerras y los abusos de poder no sólo son inmorales, también impiden el desarrollo. En el siglo XXI, afirmó, "la creación de instituciones eficaces, confiables y transparentes son la clave del éxito". En otra afirmación, que bien podría haber sido dirigida también a los países latinoamericanos, añadió: "La historia no está del lado de los que dan golpes de Estado o cambian la Constitución para mantenerse en el poder. África no necesita hombres fuertes, necesita instituciones fuertes".
La elección de Ghana, como Estado africano anfitrión, no ha sido casual. Obama manifestó que una de las razones por las que lo había escogido era porque en este país había comenzado a construirse instituciones democráticas y se había probado que era posible transmitir el poder a los sucesores sin romper la estabilidad democrática. Para confirmarlo, dos ex presidentes de Ghana y uno en ejercicio, vivos y en libertad, asistieron a la alocución del mandatario estadounidense.
La cumbre del G-8, gracias a los esfuerzos del presidente Obama -en una actitud diametralmente opuesta a la que mantuvo George W. Bush el año pasado- se comprometió a dotar un fondo de 20.000 millones de dólares para paliar el hambre en el mundo. De esos fondos, 3.500 millones de dólares irán destinados al continente negro. Pero, como señaló Obama, ni toda la ayuda de mundo puede salvar al África de una responsabilidad que sólo corresponde a los africanos.
No hay posibilidades de desarrollo económico sin instituciones fuertes y de calidad. Éstas consiguen una estructura estable y previsible de los comportamientos sociales, esencial para que la economía funcione bien. De allí que las instituciones no sean un lujo que ofrece el desarrollo, sino la condición necesaria para impulsarlo. Una afirmación que es tan válida en África como en América Latina.
ALEARDO F. LARIA (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Abogado y periodista