ESTADOS UNIDOS.- Científicos de la Universidad de California, en San Diego, desarrollaron un robot con la cara de Albert Einstein. Y lo más impactante es que el físico sonríe y hace gestos en forma autónoma.
La cabeza del robot tiene 30 músculos -un poco menos que la de un ser humano- y cada uno se mueve gracias a un minúsculo motor.
La piel del rostro está muy bien lograda con un látex especial. Para que aprendiera los gestos, el equipo de científicos que lo creó le puso un espejo frente a su rostro para que se viera y él mismo pudiera analizar qué expresiones poner. Así este Einstein aprendió a relacionar qué movimiento correspondía a cada gesto.
Los investigadores comparan este aprendizaje al de los bebés con el habla y cómo antes deben balbucear.
"El robot balbucea expresiones hasta entender la cinemática de su propio rostro", explicó Javier Movellan, director del Machine Perception Laboratory del California Institute for Telecommunications and Information Technology, en la presentación de Einstein en la International Conference on Development and Learning.
"Hasta donde sabemos ningún otro grupo de investigación ha utilizado aprendizaje de máquina para enseñar a robots a realizar expresiones faciales", dijo Tingfan Wu, de la Escuela Jacobs de Ingeniería. La cabeza del robot hace movimientos asimétricos aleatorios como parte de un proceso de aprendizaje de expresiones.
Los gestos son increíblemente reales.
Una persona muy entrenada es la que debe manejar manualmente este tipo de robots hasta que se pueda automatizar el proceso.
Para eso, los investigadores estudiaron la psicología del desarrollo y el aprendizaje de las máquinas.
Los psicólogos del desarrollo sostienen que los chicos aprenden a controlar sus cuerpos a través de movimientos exploratorios sistemáticos, incluyendo el balbuceo para aprender a hablar.
"Aplicamos esta idea al aprendizaje del robot", dice Movellan. Aunque los resultados son promisorios, los investigadores notan que algunas de las expresiones son aún "raras".
Una explicación es que el modelo todavía es simple para describir las interacciones acopladas entre los músculos faciales y la piel. Para comenzar el proceso de aprendizaje, los investigadores hicieron que la cabeza del robot se volteara y torciera la cara en todas direcciones.
Durante este período, podía mirarse en un espejo y autoanalizar su expresión mediante la aplicación de software que proveía información para que los algoritmos de aprendizaje de la máquina aprendieran a mapear las expresiones con el movimiento de los motores de los músculos.