Domingo 12 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. 32 > Sociedad
La escuela de El Juncal

"Acá se respira paz, esta escuela es como una gran familia. Seguramente ahora deben estar extrañando la escuela". Patricia Rogiani, la directora de la Escuela de El Juncal, y la bibliotecaria Patricia Arteaga, hablan con emoción de la convivencia entre los alumnos bolivianos y argentinos en la escuelita rural de ese paraje ubicado entre chacras a 15 kilómetros de Viedma, de la que forman parte.

La encargada de los libros hace 20 años que trabaja allí, y la directora se sumó en el 2000. Casi la mitad de la matrícula es de origen boliviano -el 37 por ciento, hijos de bolivianos y el 12, nacidos en ese país-. "Acá el insulto ´bolita´ se desterró, todos son iguales y debemos decir que, a pesar de que además ayudan a sus padres en las chacras, ni cuando llueve faltan, y sus rendimientos son muy buenos", dice la máxima autoridad del establecimiento.

Reconocen que, aunque se acercan poco, los padres dan mucha importancia a que sus hijos estudien. "Tal vez deleguen demasiadas funciones en la escuela y los maestros. Es más, algunos nos han dicho ´si le quiere pegar, péguele´", dice Patricia Rogiani. Desde la escuela trabajan en hábitos de higiene, en inculcar temas de salud y en romper con el fuerte machismo que culturalmente impera en la comunidad. "Pero más allá de esas cuestiones, todo lo que tiene que ver con su cultura se respeta y no se intenta cambiar", aseguran. Está en marcha también el proyecto de interculturalidad bilingüe para la enseñanza del quechua, lengua que la mayoría de las familias aún practica.

"Para algunas fiestas usan sus ropas típicas, y celebramos el día de la Independencia de Bolivia", cuentan las docentes. Debido a la emergencia sanitaria, en estos días los chicos no asisten, pero la totalidad de los padres fue a retirar las fotocopias con los trabajos para hacer mientras dure la suspensión.

Las dos mujeres destacan la sumisión y obediencia de los chicos. "Aún los que son casi adolescentes, cuando se les dice algo, reflexionan y jamás responden o agreden. Se vive una gran paz en la escuela", dice Patricia. En El Juncal funciona, también, una secundaria agrícola, donde la mayoría de los alumnos continúa sus estudios. Otros, ya han accedido a la universidad.

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