Jueves 09 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. 35 > Deportes
La sangre en el ojo
Estudiantes mereció más, pero Cruzeiro hizo un buen negocio. Fue 0-0.

Estudiantes mereció mejor suerte, pero el arquero Fabio fue figura, Cruzeiro hizo un gran negocio y la fiesta en el estadio Único de La Plata quedó a medias. El 0-0 complicó al Pincha, que ahora deberá hacerse fuerte en el estadio Mineirão.

El plan de Cruzeiro salió a la perfección. Es cierto que la visita no pateó al arco en la etapa inicial, pero también es verdad que se mostró como un equipo prolijo, ordenado y disciplinado.

No fue un planteo genial el de Adilson Batista, pero sí efectivo. Sus cuatro hombres del fondo hicieron las cosas sencillas, los del medios cortaron el circuito entre Juan Sebastián Verón y Leandro Benítez y por los laterales el Pincha pocas veces preocupó.

Lo peor para Estudiantes fue que Cruzeiro encontró la forma de hacer de la Brujita un hombre más. El ídolo platense no entró en juego las veces que Sabella hubiese querido, aunque de las tres más claras del primer tiempo, dos lo tuvieron como actor principal.

La primera fue a los 11, cuando la Bruja le pegó casi perfecto a un tiro libre pero el arquero Fabio, de enorme tarea, estuvo mejor. La segunda fue a los 45, en una combinación entre Gastón Fernández y Mauro Boselli que terminó en volea de Verón (acabó cortado por un codazo) y otra buena intervención de Fabio. En el medio, a los 16, el arquero brasileño le ahogó el grito de gol a Enzo Pérez, que lo fusiló a escasos metros después de una buena pared con la Gata.

Volvieron de los vestuario como si no se hubiesen ido. Estudiante con el control del terreno y el balón, Cruzeiro aguantando y a la espera de un zarpazo. Fabio volvió a salvar a la visita a los 2 en un mano a mano con Boselli y en la jugada siguiente se colocó alas para taparle la boca a decenas de miles tras un cabezazo con destino de gol de Desábato.

El partido se tornó muy peleado y Estudiantes estaba peleado con el balón. Cruzeiro siguió con su juego, lejos de la concepción romántica de los brasileños; es decir, apeló a las faltas constantes y el contragolpe. Para ello tuvo la complicidad del permisivo Jorge Larrionda.

El Pincha, a contramano de su historia reciente, no consiguió hacerse fuerte en el juego aéreo y estuvo desacertado en las pelotas paradas, uno de sus fuertes. El tiempo, traicionero, corrió mientras las gargantas pincharratas pedían más ganas y un gol. A Estudiantes no le faltó actitud para afrontar estos primeros 90 minutos, sí ideas para quebrar el intrincado laberinto defensivo que supo instalar Cruzeiro.

La visita apenas había contado con una situación de gol antes del milagro. Fue a los 28, con un tibio frentazo de la torre Leonardo Silva que pasó bastante lejos. ¿Qué milagro? El que ocurrió a los 34, cuando cayó un centro desde la izquierda, el arquero local se la dejó servida a Kléber y el delantero, solo, sin nadie que lo inquietase y con el arco a disposición, la tiró afuera.

Estudiantes fue mejor y mereció otra suerte, Cruzeiro casi no tuvo vocación ofensiva, pero tuvo la más clara con Kléber. En el final la visita equiparó las acciones, pero Salgueiro tuvo la última de peligro. Ahora, el Pincha deberá llevar su sueño de romper con 38 años sin título continental al Mineirão.

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