Jueves 09 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. 24 > Internacionales
Amenazan con ejecutar a los cabecillas rebeldes en China
El gobierno intenta frenar la violencia étnica en Xinjiang

URUMQI, China (AP/ AFP).- Cientos de soldados con cascos y equipo antidisturbios inundaron ayer la plaza central de la capital de la provincia occidental de Xinjiang luego de disturbios y protestas que han dejado 156 muertos, mientras el jefe municipal del Partido Comunista amenazó con ejecutar a los culpables de los asesinatos.

El jefe local del Partido Comunista Li Zhi dijo por televisión que muchas personas habían sido arrestadas, entre ellas estudiantes. "A aquellos que cometieron crímenes por medios crueles, los ejecutaremos´´, dijo y añadió que las fuerzas del gobierno reprimirían cualquier riesgo a la seguridad, aunque no dio detalles. Según la ley china, toda persona declarada culpable de asesinato puede ser condenada a la pena capital.

Pese al imponente dispositivo de seguridad desplegado para imponer una frágil calma en la capital regional de Xinjiang, Urumqi vivió escenas de gran violencia esporádicas, cuando un grupo de chinos hanes (etnia mayoritaria) atacó a uigures.

Decenas de miles de miembros de las fuerzas del orden chinas formaron un cordón de seguridad entre los barrios de los uigures musulmanes y de los hanes en esta ciudad, que sigue bajo tensión después de tres días de disturbios interétnicos que precipitaron el regreso a Pekín del jefe del Estado Hu Jintao desde Italia, donde debía asistir a la cumbre del G8.

Esto no impidió incidentes aislados pero de gran violencia en Urumqi, donde los ánimos están caldeados desde los disturbios del domingo, que según Pekín causaron 156 muertos.

Asgar Can, vicepresidente del Congreso mundial de los uigures, la principal minoría de región autónoma del noroeste, en el exilio en Alemania, declaró que estimaba la cifra de muertos en los enfrentamientos entre los 600 y los 800.

En dos incidentes distintos, presenciados por periodistas de la AFP, un grupo de hanes propinó una paliza con patadas, puñetazos y palos a unos uigures que estaban en el suelo mientras otros miembros de la etnia mayoritaria los animaba a seguir. Los uigures salieron de la encerrona gracias a la intervención de las fuerzas de seguridad.

Sin embargo, al caer la noche, el alcalde de Urumqi, Jerla Isamudin, aseguró que "las autoridades controlaban la situación". "Bajo el correcto liderazgo del comité regional del partido y del Gobierno, la situación volvió bajo control", afirmó.

La agencia oficial China Nueva también señaló a última hora de ayer la ciudad "parecía estar tranquila" pero añadió que habían incidentes "esporádicos". Estos acontecimientos son los más graves en China desde hace décadas. Los roces étnicos son una realidad en esta región pero esta vez adquirieron un alcance inesperado.

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