Miércoles 08 de Julio de 2009 > Cultura y Espectaculos
Emoción en el desfile de Lacroix, brillo en Armani, sobria serenidad en Lins
 "Christian Lacroix forever" podía leerse en una banderola mientras resonaba una intensa ovación: los asistentes al desfile de alta costura de Christian Lacroix le manifestaron el martes su respaldo y la esperanza de que siga creando, pese al riesgo de cierre que corre su casa

Sólo unas 280 personas pudieron asistir al desfile, el más esperado de las presentaciones de alta costura parisina para la próxima temporada otoño-invierno, y que podría ser el último de la casa Lacroix.

En salones puestos a su disposición por el Museo de Artes Decorativas, Lacroix presentó un vestuario mucho más corto de lo habitual en sus creaciones y muy sombrío, con una paleta predominantemente negra y azul noche, iluminada por bordados dorados.

 El público aplaudió sus parisinas en vestido trapecio azul noche de espalda desnuda, abrigo-capa negro con pechera bordada de oro, o corto vestido blanco adornado con trazos negros como hechos a pinceladas. Las faldas plisadas se adornan con abalorios, las mangas de los abrigos con recamados de azabache, nudos retienen un vestido fourreau asimétrico.

La novia, engalanada con un largo vestido de volantes bordado de encaje dorado, provocó un torrente de aplausos. Esta colección de 24 modelos fue realizada con las reservas de telas de la casa y el apoyo del bordador Hurel y del creador de calzado Roger Vivier. Las modelos no cobraron por desfilar. "Es una colección muy radical, muy concentrada, declaró Christian Lacroix a la AFP.

 "En una situación como ésta, había que encontrar la quintaesencia de lo que se ama", agregó. Para el diseñador, en los tonos oscuros de la colección "no hay ninguna connotación de duelo". "Me gusta mucho la tinta negra.

 Tenía que ser una colección bastante abstracta, gráfica, como una pincelada", dijo. Sus clientes no aceptan que se haya cerrado el capítulo. "No puedo creer que sea el fin", Chistian Lacroix "es tan polifacético, tiene tanto talento que forzosamente tiene que haber un caballero blanco" que lo salve; "de lo contrario, él seguirá de otra manera", declaró Barbara Wirth, decoradora y amiga del modista.

En la casa Giorgio Armani, en cambio, el ambiente era festivo, con una colección glamour en la que se derrocharon lentejuelas, strass, lamés dorados y plateados. Un vestuario de estrellas concebido para brillar. Cuando la tela es discreta, como la lana gris o el terciopelo negro, grandes collares plateados o cremalleras-joyas aseguran el centelleo.

Las chaquetas de terciopelo se adornan con cristal, las camisas con botones-joyas, los simples tops de redecilla de seda con brocados de strass. En el polo opuesto, el brasileño Gustavo Lins propuso una colección depurada y serena en la que sigue declinando los temas de sus creaciones precedentes.

"Es la síntesis de todo lo que he hecho desde el principio" a partir de quimonos, del vestuario masculino, de la porcelana, dijo. Lins reestructura los trenchs, las chaquetas y las camisas con cuello o mangas de quimono, crea vestidos fluidos de construcción sofisticada, adornados con collares de crin y porcelana.

"Lo que me interesa es crear prendas que puedan durar por lo menos siete años, que sean sólidas y que su identidad imaginaria resista al tiempo", dijo a la AFP el diseñador brasileño, que se declara "afligido" por una "sociedad en la que todo va demasiado rápido, en la que se consume demasiado y en la que al final uno no sabe ni quién es".

AFP


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