Miércoles 08 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. 23 > Internacionales
Un abismo social

"Parecían animales enfurecidos", afirma indignada en su peluquería una mujer han, etnia mayoritaria en China, que sigue perpleja por la arrolladora violencia de estos días en la región de Xinjiang, a la cual Pekín, afirma, "ha traído el desarrollo económico". "Sólo gente invadida por el mal haría algo como esto. No hay excusas", juzga esta comerciante.

Como muchos han, su incomprensión es total por los reclamos de los uigures, que culpan a Pekin de marginarlos y de hacer que predomine el modelo chino como en el Tíbet. Xinjiang tiene 20 millones de habitantes de 47 etnias de las cuales la han pasó de representar el 6% al 40% de la población con la política de desarrollo impulsada por Pekín desde los ´90.

"Hubo violencias como estas en el pasado y habrá otras si las cosas no cambian", advierte Anwar, un uigur que propone con orgullo mostrar el lugar donde los hans fueron golpeados o asesinados con machetes. "Se supone que es el Xinjiang, una región autónoma uigur (...). Pero los hans controlan todo. Los uigures siempre son maltratados por los hans", acusa.

Numerosos uigures imputan el inicio de la violencia a un incidente que revela el abismo que separa a las dos etnias: una importante pelea a finales de junio en una fábrica de juguetes de Guangdong (sur). El rumor de que dos empleadas hans habían sido agredidas sexualmente por uigures desencadenó una pelea que dejó dos muertos -uigures- y más de 120 heridos.

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