Miércoles 08 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. 38 > Deportes
OPINIÓN: Errores y sospechas

Es cierto, como lo recuerdan hoy numerosos hinchas, el primer título de Vélez, en 1968, tuvo como protagonista al grosero error arbitral de Guillermo Nimo, que no vio penal de Luis Gallo ante River y fue expulsado del referato. Gabriel Brazenas no vio foul el domingo en la violenta entrada de Joaquín Larrivey contra el arquero Gastón Monzón y así Vélez se coronó otra vez campeón. Pero esta vez nadie piensa que el árbitro será expulsado de por vida, aunque sí se anuncia una sanción segura en su contra.

¿Y respecto de Ricardo Casas, el juez de línea que levantó (mal) su banderín para marcar un offside inexistente en el gol anulado a Huracán y no lo hizo para advertirle a Brazenas sobre la carga de Larrivey en el gol de Maxi Moralez? ¿No es Casas el juez de línea que, según se anuncia, representará al referato argentino en el próximo Mundial de Sudáfrica?

Son demasiados los antecedentes de finales sospechadas en el fútbol argentino como para rechazar las denuncias de quienes creen que lo del domingo fueron algo más que errores e invitan a una marcha de protesta para hoy miércoles ante la AFA, ya no por lo ocurrido con Huracán, sino por la historia de protecciones que envuelve a la máxima entidad del fútbol argentino.

¿Pero qué puede esperarse si la FIFA reiteró hace sólo unas semanas que seguirá sin recurrir a la tecnología para las jugadas dudosas y que sólo la aceptaría para definir si una pelota cruzó o no la línea de gol? Huracán está furioso y no es para menos.

Sus hinchas recuerdan que ya el sargento Daniel Giménez los perjudicó una vez con un ascenso y que la AFA, como había hecho con Nimo, decidió darlo de baja de sus registros luego de ese partido, abriendo las puertas a la sospecha de que en ambos casos no se trató de simples errores arbitrales. Brazenas, mucho más allá de su honestidad y de su voluntad, ingresó también a la lista, aunque la AFA no lo eche como hizo con Nimo y Giménez.

En rigor, no es Brazenas, sino el fútbol el que se coloca en estado de sospecha. Los errores, es cierto, forman parte del juego. Pero no hay tecnología que pueda utilizarse para volver a ejecutar un penal mal pateado o remediar cualquier otro error infantil de un jugador, aunque éste, como suele ocurrir a veces, también resulte sospechoso. Sí en cambio hay tecnología que pueda corregir errores arbitrales groseros, como los que cometió la terna que dirigió el partido decisivo del domingo en Liniers.

Mientras la FIFA siga negándose a hacerlo, hay derecho a sospechar que no lo hace para proteger el deporte, sino para cuidar el negocio. ¿O acaso, aún cuando las sospechas de corrupción nacieron con el fútbol mismo, tenemos que seguir creyendo que la pelota es sólo un deporte, cuando se sabe que tiburones políticos y económicos conviven ya definitivamente con la pasión del hincha?

Cuando se siente que la pelota triunfa en medio de la jungla, puede recordarse aquella frase que dice que "el fútbol es demasiado negocio para ser sólo deporte, pero también es demasiado deporte para ser sólo negocio". Pero en estas horas de sospechas, la frase se invierte: "el fútbol es demasiado deporte para ser sólo negocio, pero también es demasiado negocio para ser sólo deporte".

 

POR EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES

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