Aldo Ferrer no pronostica dólar a futuro, no habla de riesgo país ni expone hipótesis inflacionarias de coyuntura. El día a día no es el campo de estudio de este hombre que, con equilibrada pasión, explica los procesos de la economía argentina desde hace más de 50 años .
Los libros de Ferrer, traducidos al inglés, al portugués y al japonés, son material de consulta en el mundo académico cuando en cualquier punto del planeta alguien se interesa por comprender el sinuoso camino que recorrió la historia económica de la Argentina.
Ferrer, un lúcido especialista que se doctoró en Ciencias Económicas en 1953 en la Universidad Nacional de Buenos Aires, dice que la Argentina es una nación inconclusa (ver aparte), pero es optimista sobre el futuro del país.
"Nosotros bailábamos al compás del FMI y el mundo bailaba al compás del tango. Ahora nosotros no bailamos más al compás del FMI pero el mundo sigue bailando tango", dice el autor de libros clásicos como "La economía argentina", traducido a tres idiomas, o "Vivir con lo nuestro", una reflexión sobre la economía hecha en plena crisis del 2002.
-Estados Unidos acaba de hacer una reforma en la Reserva Federal que le permite intervenir en el mercado. También dispone un sistema de protección a los consumidores. ¿El capitalismo se está transformando a partir de la crisis global?
-La crisis financiera estalla en el 2007 con punto de partida en Estados Unidos que contagia al sistema global. En las últimas décadas se produjo un crecimiento extraordinario en la liquidez internacional. Esos dólares se utilizaron para inventar préstamos y subpréstamos. Esto dio lugar a que el sistema financiero creciera mucho más allá de lo que demandaba la economía real. En los mercados de cambio se transan diariamente dos billones de dólares diarios. El 95% de esos fondos son movimientos de corto plazo, especulativos. La plata va de un lado a otro para hacer diferencia con tasas de interés y tipos de cambio. Y el sistema está tan integrado que esos papeles se desparramaron por los principales bancos del mundo. Con eso pincharon los créditos primarios, se vino abajo toda la estantería y se produjo un verdadero colapso del sistema en escala global.
-¿Hay entonces una nueva fase del capitalismo?
-No. Creo que es un trastorno fenomenal, pero el capitalismo tiene capacidad de regeneración, de resolución de problemas para sobrevivir. El tema es en qué medida puede cambiar el sistema global, que está administrado por países centrales. El régimen de comercio, de propiedad intelectual, el capital financiero, las presencias de las grandes corporaciones, son las que articulan el sistema global y los países avanzados tienden a vincularse entre ellos y a generar relaciones simétricas de intercambio. Cuando se relacionan con países de la periferia lo que hacen es vender manufacturas, mandar capital y comprar materias primas. Eso fue el modelo centro-periferia en el cual nosotros funcionamos como vendedores de alimentos, y todavía lo seguimos haciendo. Somos una región subdesarrollada porque seguimos dependiendo de exportaciones de productos primarios.
El sistema se está transformando por una nueva dinámica de acumulación y por la aparición de nuevos actores. China e India están provocando, por primera vez, el desplazamiento del centro de gravedad del Atlántico Norte, que era el espacio de Europa y Estados Unidos, hacia la cuenca del Pacífico. China está buscando en América Latina las materias primas. Corremos el riesgo de que, con estos nuevos actores, volvamos a repetir la historia: la de abastecedores de productos primarios. Nuestra respuesta debe ser transformar la estructura productiva, ser partícipes del sistema global, incorporando actividades que lleven conocimiento y tecnología. En nuestro caso tenemos una gran base que es el sector agropecuario, donde hay un desarrollo tecnológico espectacular. No creo que haya un cambio en la naturaleza del sistema de la acumulación y del crecimiento. Creo que seguirá imperando la economía de mercado. Cambian los protagonistas, pero los desafíos siguen siendo los mismos.
-¿Por qué sostiene que hay mejores condiciones en el nuevo centenario?
-En el camino hacia el tercer centenario terminamos de configurar una economía más sólida.
Hay un pensamiento muy influyente en la Argentina que dice lo contrario, que Argentina es productora de alimentos, que no tiene capacidad para hacer otras cosas, no tiene ahorro, que depende de la plata de afuera, que no tiene liderazgo empresario y necesita inversión extranjera. Y que la única forma de acomodarse en el mundo es teniendo una relación especial con el centro hegemónico de cada época. Esto fue la política de la década del ´90: la adhesión al liderazgo norteamericano. Esa forma de ver el país periférico-dependiente nos llevó a una crisis fenomenal, a endeudarlo hasta el límite de la insolvencia, a llevar el desempleo al 25% en la fuerza de trabajo, a aumentar los pobres y excluidos. La renuncia a un proyecto nacional, que es inherente a esa forma de ver el país, ha tenido un costo gigantesco. Pero el país ha ido reaccionando, recuperando al Estado como protagonista de la economía, acomodando los pagos de la deuda. Y además estamos procesando los conflictos en el marco institucional.
-¿Usted cree que el gobierno entiende el nuevo momento económico global?
-Ha hecho cosas interesantes. De las más importantes es el programa nuclear. La presidenta estuvo en Atucha, en la ceremonia del cierre del reactor de Atucha II. Éste es un episodio tecnológico de primera magnitud, es la inversión más grande del país. Hay cinco mil personas trabajando en la frontera tecnológica. Después está la recuperación del dominio de los fondos del sistema jubilatorio y una serie de acciones como la recuperación de la gobernabilidad, la solvencia fiscal y la pesificación que fueron acontecimientos que se produjeron por la propia dinámica de la crisis. Ahora hay otro tipo de problemas como mejorar la construcción de políticas con más consenso. La idea del Consejo Económico y Social es muy importante. Pensar el país, salir de los estereotipos, de la visión del país chico. No nos podemos desprender de la globalización; el tema es cómo estamos en la globalización. Tenemos que tener el mundo en el comando de nuestros destinos y eso requiere tener la casa en orden, defendiendo los intereses argentinos en el campo, la industria, los servicios.
-¿La puja por el poder se expresó en el enfrentamiento por las retenciones?
-Ese conflicto fue innecesario, en parte porque se discutió en términos de rentas y no de estructuras. El campo es un sector creador de riqueza que forma parte de un proyecto nacional. Pero las cosas se han puesto de tal manera que se corre el riesgo de que el campo adhiera a a la visión tradicional, a la del país granero del mundo. Y si no desarrollamos la industria y el interior, nos tenemos que ir la mitad de los habitantes del país.
Teoría de una nación inconclusa
El economista Aldo Ferrer sostiene que Argentina es una nación inconclusa.
Tras comparar experiencias de otros países, encontró que las naciones que experimentaron un crecimiento sostenido reunían cuatro requisitos y que, si faltaba alguno de ellos, el ciclo de creación no estaba terminado. Cuando habla de su teoría de la nación inconclusa se refiere a la densidad nacional, que es algo así como la capacidad para desplegar el potencial de un país.
Ferrer dice que en primer lugar un país tiene que tener cohesión social porque las sociedades fracturadas generan marcos poco propicios para desarrollarse.
El segundo componente es la existencia de liderazgos en todos los ámbitos con capacidad de acumular poder. El tercer elemento es el marco de estabilidad institucional y un sistema político capaz de arbitrar conflictos dentro de las reglas establecidas.
El cuatro y último requisito es la capacidad del país de ver el mundo desde las propias perspectivas.
"Todos los países exitosos reunieron estas cuatro condiciones", afirma Ferrer, un hombre que, además de académico, fue funcionario en gestiones de gobierno democráticos y en dictaduras militares. Ferrer fue ministro de Economía y Hacienda de Buenos Aires entre 1958 y 1960, ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación en 1970 y ministro de Economía y Trabajo de la Nación entre 1970 y1971. También ocupó la presidencia del Banco de la Provincia de Buenos Aires entre 1983 y 1987.
GERARDO BILARDO
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