Domingo 05 de Julio de 2009 Edicion impresa pag. > Carta de Lectores
 “Nos acostumbramos a aceptar la excepción como una regla”
  ¿Cómo se hace para debatir el absurdo? ¿Resulta muy complicado comprender la diferencia entre “ser” y “no ser”? ¿Usted pondría complicaciones de su salud en un “casi” médico? ¿La Justicia aceptaría profesionalmente a un “casi” abogado como si de un graduado se tratase? ¿Los “casi” concejales, “casi” diputados, “casi” senadores… tienen una banca formalmente habilitada? ¿Debemos asumir que este es el país de los “casi”? Quizás los hechos nos estén demostrando que todo lo que ha pasado y aún pasa nos acostumbró a aceptar la excepción como una regla. No son así las cosas y quienes formamos parte interesada en el conglomerado de ciudadanos que pretende algo mejor para su descendencia entendemos que la claridad de las definiciones y el interés participativo son fundamentales en la construcción de la nación.Cómo se hace para debatir el absurdo? ¿Resulta muy complicado comprender la diferencia entre “ser” y “no ser”? ¿Usted pondría complicaciones de su salud en un “casi” médico? ¿La Justicia aceptaría profesionalmente a un “casi” abogado como si de un graduado se tratase? ¿Los “casi” concejales, “casi” diputados, “casi” senadores… tienen una banca formalmente habilitada? ¿Debemos asumir que este es el país de los “casi”? Quizás los hechos nos estén demostrando que todo lo que ha pasado y aún pasa nos acostumbró a aceptar la excepción como una regla. No son así las cosas y quienes formamos parte interesada en el conglomerado de ciudadanos que pretende algo mejor para su descendencia entendemos que la claridad de las definiciones y el interés participativo son fundamentales en la construcción de la nación.El 2 de abril de 1982 mi patria me convocó para participar en la recuperación de nuestras, ahora más queridas que nunca, Islas Malvinas. Así, la madrugada de ese día todos mis sentidos se llenaron de sensaciones nuevas, que el tiempo y su paso fueron transformando en un profundo amor a todo aquello que representa el celeste y blanco de mi bandera. En las aulas de Malvinas aprendí que cada pigmento de ella estaba compuesto por el trabajo y sacrificio de quienes con errores y aciertos, pero desde la honestidad de pensamiento, hicieron y hacen por la construcción de nuestra historia.En Malvinas, para quienes estuvimos bajo el fuego constante de las armas de los ingleses, la diferencia entre el día y la noche sólo estaba marcada por la presencia o ausencia de luz. Los minutos cotizaban en una moneda con la que no puede pagar quien no lo haya vivido, quien no lo haya sentido en la piel… y así no lo vivieron y así no lo sintieron quienes entre el 2 de abril y el 14 de junio de 1982, aún estando bajo bandera, permanecieron siempre fuera de la zona de exclusión, aun cuando se sintieran víctimas (¿?) de su imaginación, hablando y viviendo siempre en potencial. A ellos, que hoy se hacen llamar de distintas maneras: “veteranos no reconocidos”, “veteranos continentales”, “veteranos movilizados”, etcétera, la suerte les permitió seguir su camino sin más carga que la de ser un “casi”. Carga a la que, por otra parte, le deben la suerte de haber podido, en la posguerra, desarrollar sus vidas con total normalidad, siendo por inacción parte del proceso de desmalvinización que tanto dañó a todos los verdaderos veteranos y sus familias. En cambio, en total contraposición a esto, quienes sí estuvimos en la guerra hicimos que el trazante de las balas y la incandescencia de las bombas nos refrendaran el certificado de “Veterano de Guerra” mucho antes de que el Estado y su burocracia supiera de nuestra existencia, de nuestras necesidades, de nuestras perturbaciones. Estuvimos inmersos en largos años de soledad y ostracismo, conviviendo sólo con nuestros fantasmas empeñados en traernos los mismos perturbadores ruidos y las imágenes de nuestros camaradas muertos en combate. Intentamos, de una y mil maneras distintas, bajar de aquel brutal potro de adrenalina al que la patria nos había subido y desde el cual –con honor, dignidad, sangre, lágrimas, pero por sobre todo coraje, surgido de lugares desconocidos e inimaginables que sólo abren sus puertas cuando la situación se transforma en la frontera entre la vida y la muerte– defendimos convicciones que todos los argentinos sostuvieron a gritos en cada plaza, en cada calle, en cada casa de cada punto geográfico de mi patria. Algunos conseguimos desensillar, pero sólo a fuerza de perder mucho de lo que habíamos sido y no pudimos terminar de formar, porque el molde que nos estaba armando se partió en mil pedazos sobre la turba de Malvinas.Las pruebas de todo lo que digo se imponen por su sola existencia y tienen un peso tan contundente que son irrefutables, que no es posible discutirlas sin caer en la figura de “necio”. El río de los que no pudieron reencontrarse con su esencia está desbordado con la sangre de quienes encontraron en el suicidio el último peldaño. Los invito a recorrer información, tan accesible en estos tiempos, para que puedan verificar la cantidad de casos existentes, que hoy suman casi cuatrocientos. Tal cifra representa catorce veces lo que estadísticamente se registra en el resto de la población. El proyecto presentado por Miguel Pichetto, Jorge Capitanich, Adriana Bortolozzi de Bogado y José M. A. Mayans, en sus fundamentos, está saturado de Cortar/Pegar del procesador de textos, pero carente del esfuerzo intelectual que se necesita poner en las letras cuando se desea abordar un tema tan complicado.

Jorge Ariel Minue, DNI 16.423.838. Veterano de Guerra C/1963, Reg. de Infantería 25 - Neuquén

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