Luego del recreo impuesto por las elecciones de Diputados y la simultánea Fiesta de la Nieve, el haz de luz volvió a recaer sobre la gestión municipal, atribulada cada vez más por los problemas económicos que le impiden hacer pie.
Al estado de zozobra declarado hace ya varios meses -y que derivó en algún tímido ajuste de gastos, la moratoria tributaria y la ordenanza que amplia los descubiertos bancarios- le siguió una cierta calma, desbaratada ahora por el sombrío panorama que desató la emergencia sanitaria.
Cuando la temporada turística ya acumulaba pronósticos cautelosos, propiciados por la crisis financiera internacional, el temor a la influenza A provocó una retracción aun mayor, que no sólo dejará consecuencias en bolsillos privados sino también en las escuálidas arcas municipales.
El intendente Marcelo Cascón ocupó sus últimos días en bajar decibeles, proponer estrategias para impedir la espantada de turistas y también en garantizar los puestos de trabajo del sector.
Pero también lo inquieta en forma creciente la viabilidad económica de su gestión, que aparece atacada desde distintos flancos. Los sueldos de junio serán abonados la próxima semana, pero para liquidar el aguinaldo no hay fecha cierta. El Soyem no quiere escalonamiento y aceptaría una postergación, pero a montos completos.
En Hacienda estudian alternativas, que pasarían por conseguir ayuda nacional o provincial, combinada con una reasignación de gastos que postergue obligaciones menos urgentes.
El modesto aporte de la moratoria (no más de 4 millones de pesos) y las dificultades para elevar la recaudación ordinaria, contribuyeron a consolidar el perfil de un Estado "paga sueldos". Hace tres meses la municipalidad invertía en la remuneración de su personal el 92% de sus ingresos. Cascón asegura que ese índice mejoró algo, pero con los crudos números en la mano hoy la situación no sería muy distinta.
La recaudación por la Tasa de Servicios había caído en marzo pasado a un insostenible 23%, en mayo repuntó hasta el 36%. Los técnicos aceptan que a juzgar por el colapso de la temporada turística, ese progreso sufrirá un corte abrupto. Igual inclemencia le depara al tesoro público la Tasa de Inspección, Seguridad e Higiene (TISH), que deben abonar todos los comercios y empresas en montos proporcionales con su facturación. El secretario de Economía, Federico Lutz, aseguró que habían estimado para la TISH un crecimiento del 20% en junio (con relación a mayo), más un 40% en julio y otro 40% en agosto.
La realidad indica que en junio se mantuvo en niveles similares al mes anterior y la perspectiva es que la curva tampoco repunte en los meses que deberían reflejar el mayor movimiento económico invernal.
Más específico, Lutz dijo que según los datos disponibles la coparticipación caerá en julio un 18% y los ingresos de propia jurisdicción "entre el 37 y el 40%". Frente a ese atolladero, será impensable reducir el pasivo flotante del municipio, que ronda los 8 millones de pesos. Y mucho menos abordar el stock de deuda, consolidada hoy en otros 26 millones.
El gobierno ya tendría decidido proponer una prórroga de la ordenanza que lo habilita a sobregirar en descubierto hasta 6,5 millones de pesos mensuales, que vence en septiembre próximo.
A pesar de su altísimo costo, los adelantos del banco Patagonia se transformaron en el único recurso a mano para evitar el temido incumplimiento salarial que -según indica la experiencia- puede resultar el fin para cualquier gobierno municipal.
Otra alternativa que volvió a los escritorios es una posible declaración de "emergencia económica", que Cascón ayer evaluaba con sus principales colaboradores. Esa figura permitiría manejar la deuda exigible con mayor holgura y liberar las transferencias entre cuentas, sin estricto apego al presupuesto, que a esta altura del año es ya una ficción insólita e incumplible.
Con el buque escorado y el agua en las bodegas sin dudas no es buen momento para desmenuzar las razones de la crisis. Pero es desalentador comprobar que el municipio arrastra en lo económico una precariedad estructural que ningún gobierno hasta ahora se empleó en resolver.
La dura circunstancia actual demuestra una vez más que las decisiones que tome la autoridad de turno son apenas un soplido en la tormenta y que su margen de acción depende más de los vientos, el azar y el clima social más que de cualquier otro factor.