TEGUCIGALPA (AP).- La decisión de apartarse de la OEA tomada por el gobierno erigido en Honduras tras el golpe de estado del 28 de junio terminó de tensar las relaciones con la comunidad internacional.
Honduras había sido advertida de su suspensión de la Organización de los Estados Americanos (OEA) si no revertía el derrocamiento de Zelaya.
En un intento de restaurar las condiciones democráticas del país, el secretario general del organismo continental José Miguel Insulza gestionó el viernes en Tegucigalpa el retorno del presidente depuesto. Pero en respuesta a los esfuerzos de Insulza, Micheletti anunció el retiro de Honduras de la OEA.
"La OEA es una organización política, no un tribunal, y no puede juzgarnos", dijo Micheletti en una nota enviada al secretario general de la entidad hemisférica.
Afirmó que la OEA intenta imponer "resoluciones unilaterales e indignas sin que el gobierno legítimamente constituido sea escuchado", agregó en la misiva leída la noche del viernes en cadena de radio y televisión por su vicecanciller, Martha Alvarado.
Insulza no se reunió con representantes del gobierno designado para evitar conferirles legitimidad.
Al término de sus 7 horas en Honduras, Insulza ofreció una rueda de prensa en la que expuso que "lamentablemente en Honduras no hay condiciones para el regreso de Zelaya", quien decidirá si regresa al país en tales circunstancias.
Los líderes de la Corte Suprema, que avalaron el golpe, respondieron a la mediación de Insulza que si Zelaya regresa lo espera una orden de captura.
Una amenaza similar fue formulada más tarde contra Insulza por el canciller de Micheletti, Enrique Ortez, al advertir que el líder de la OEA no podrá volver a Honduras y si lo hace "será arrestado y juzgado". No precisó bajo qué acusaciones.