La teoría del péndulo parece funcionar en la Argentina. A vuelo de pájaro, podría recordarse que al régimen militar de Alejandro Lanusse, tras los 18 años de proscripción a Juan Domingo Perón, sucedió en 1973 un gobierno de tinte izquierdista que duró lo que canta un gallo. Con la ortodoxia sindical como eje se inauguró meses después una transición populista, interrumpida por la brutal dictadura que usurpó el poder el 24 de marzo de 1976 con la aquiescencia de buena parte de la civilidad.
Agotada la negra etapa iniciada por Jorge Videla y culminada por Jorge Bignone, la varilla se corrió a un radical rosado, Raúl Alfonsín, que cautivó con su mensaje libertario a favor de los derechos humanos. La explosión económica en 1989 apuró la salida del querido líder de la UCR y abrió las compuertas otra vez al peronismo que, de la mano de Carlos Menem, agitó consignas históricas para ganar pero luego se olvidó de "la revolución productiva" y se asoció a la Ucedé, del conservador Álvaro Alsogaray.
Más de una década después se rompió el edificio menemista y accedió un radical liberal, Fernando de la Rúa, aliado con el progresismo encarnado en el carismático Carlos "Chacho" Álvarez. La experiencia tuvo corta vida. La implosión se dio en el 2001, con más de 30 muertos en la calle y un reclamo general para "que se vayan todos". Caos, incautación de ahorros y default mediante precedieron la presidencia de Eduardo Duhalde, quien luego del fusilamiento de los piqueteros Kosteki y Santillán ideó un traspaso democrático en el 2003 que iluminó el ascenso de Néstor Kirchner, con banderas en alto de los "gloriosos" ´70.
El ciclo K permitió recuperar la autoridad presidencial. Sin embargo, en un mar repleto de pirañas, el patagónico abominó de Duhalde, hizo crecer al país a tasas chinas y se desligó del FMI. Cosechó enemigos poderosos y en un segundo turno, con Cristina Fernández como mandataria, hechas trizas la transversalidad y la concertación, desató un conflicto terminal con el sector agropecuario, con las "patronales", con "los piquetes de la abundancia", según la caracterización de los pingüinos.
Plebiscitada la gestión K en las anticipadas elecciones legislativas del domingo pasado, el matrimonio sufrió una dura e inesperada derrota. "Perdimos por muy poquito", dijeron al principio y la ficha de lo que se les viene encima fue cayendo lenta e irremediablemente, a pesar de las declamaciones de Luis D´Elía llamando a profundizar las transformaciones, lejos del PJ, y abriendo surcos de mayor intervención estatal.
Y la péndola vuelve a deslizarse con fuerza a la derecha, cuando faltan dos años y medio para que termine el mandato constitucional de Cristina.
Uno de los que quieren tomar la posta, por loco que suene a extraños, es el vicepresidente Julio Cobos, convertido en un opositor radical con oficinas en el Senado.
El otro firme postulante anida en el peronismo, que no tolera perdedores.
Sin la conducción de Kirchner -renunció el mismo lunes a la titularidad del PJ y le pasó la brasa ardiente al cabizbajo Daniel Scioli-, las miradas confluyen en el santafesino Carlos Reutemann, "Lole", un apodo familiar que viene de la época en que ayudaba a su padre a criar "lo lechones" en el campo, hace más de 60 años.
Reutemann, como en la pista de Fórmula 1, va y viene. Dijo hace unos meses que esta vez si ganaba apenas por un punto sería candidato, postulación que rechazó ante Duhalde en el 2003, por "algo raro" que sucedió y que nunca fue debidamente aclarado.
Pero ahora que triunfó peleando contra todos los socialistas de Hermes y los Kirchner, no quiere hablar públicamente más del tema, pues -argumenta con sentido común- la gente pretende que le resuelvan sus problemas cotidianos y rechaza la politiquería y los acuerdos espurios.
En la intimidad, "Lole" sostiene que "deben venir a mí los peronistas y los independientes".
Él se ocupará de armar una agenda legislativa que entre otras cuestiones contemplará las siguientes: rebaja para las retenciones a la soja y urgentes medidas para favorecer a la producción lechera y la siembra de maíz y trigo, modificaciones en el Consejo de la Magistratura, acuerdos con sectores industriales y transparencia en materia de precios y de estadísticas del organismo que pilotea el cuestionado secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
Primero ensayó una bendición liviana de Scioli al frente transitoriamente del PJ, al decir que es un hombre dialoguista y razonable.
Luego no le atendió el teléfono y finalmente, aconsejado por el sanjuanino José Luis Gioja, concedió que hay que darle un poco de tiempo para que convoque y luego se corra de escena, porque el ex campeón de motonáutica también es uno de los padres de la derrota. A Cristina le otorgó una semana de reflexión.
Reutemann tiene excelente relación con la figura del domingo 28 de junio, el empresario Francisco de Narváez, y con el jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri. Su deseo es contar en el futuro inmediato con la colaboración de la diputada electa Gabriela Michetti.
Habrá que observar cómo se vincula en esta instancia con Duhalde, que llegó el viernes a Buenos Aires procedente de Europa con intención de recobrar el mando del PJ bonaerense, para colaborar luego activamente en la reorganización del justicialismo nacional.
¿Hay riesgo de choque entre Reutemann y Duhalde? Son dos hombres cautos, moderados y distanciados de los Kirchner. Aparentemente, hoy sus ambiciones no están cruzadas. Pero vaya saber lo que le recomienda la senadora "Chiche" a su esposo. Por su parte, Verónica Ghio, una mujer 26 años menor que él, le inyectó a "Lole", de 67, el entusiasmo para alcanzar la primera magistratura.