La formación de los egresados de profesiones reguladas por el Estado, entre ellos los médicos, continúa siendo centro de debates en las facultades argentinas estatales que dictan esas carreras, y que están sobrepasadas por miles de aspirantes.
La controversia que va y viene desde hace más de dos décadas y aún no fue resuelta en nuestro país acerca del ingreso, la normativa de acceso y condiciones de la formación de los profesionales de las ciencias médicas divide a rectores, decanos, profesionales, estudiantes, aspirantes y hasta los propios padres.
El nudo del problema para muchos decanos de las facultades de Medicina estatales es cómo distribuir los escasos lugares en aulas, laboratorios, prácticas y residencias entre los 7.000 y 8.000 aspirantes y asegurar la excelencia de la formación.
Uno de los centros de la discusión y polémica se mantiene en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), donde el Consejo Superior de esa casa de altos estudios decretó el ingreso irrestricto a todas sus unidades académicas sin excepción, aun de quienes reprobaron los cursos de admisión.
Anteriormente a esta disposición del libre acceso que refrendó la UNLP en la asamblea donde modificó su carta magna en marzo del año pasado, diversos decanos de Medicina propusieron la excepción del ingreso irrestricto en esa carrera para mantener "la excelencia en la formación de los futuros profesionales" y agregaron mayores exigencias en la regularidad.
Reiteradas fueron las noticias sobre "bochazos", "reprobación masiva" y otras fallas en los exámenes de biología, química, física y matemática de los aspirantes, muchos de los que protestaron con sus padres en favor de otras oportunidades, y apuntaron las responsabilidades a las escasas horas de esas asignaturas en el secundario producto de la reforma educativa.
Hoy, a casi dos décadas de esas estructuras del secundario o polimodal, ya no cabrían mayores excusas y explicaciones, dado que además de retornar al dictado de asignaturas tradicionales en el secundario, el Ministerio de Educación dispuso el dictado de un curso optativo los sábados para alumnos de los últimos años en provincia de Buenos Aires, para reforzar sus conocimientos y aprestarlos para el ingreso a la universidad.
El Consejo Académico de la facultad de Ciencias Médicas de la UNLP decidió "apretar un poco más las clavijas" este año y pidió una prueba de actualización de conocimientos a aquellos graduados de hace más de cinco años y a quienes hicieron la carrera en el doble del tiempo.
"Hace cinco años apareció el genoma y muchos no lo vieron ni lo estudiaron", aseguró el decano.
Para el caso, hay algunos rectores de otras universidades públicas como el de La Matanza, UNLAM, deseosos de aplicar esta prueba de acreditación de conocimientos "en otras carreras como las Ciencias Económicas, Ingeniería, debido a los múltiples cambios en las tecnologías y la economía en los últimos años".
El último de los "choques" entre alumnos y autoridades académicas en la Facultad de Medicina de La Plata ocurrió en los últimos días cuando el decano Jorge Martínez impulsó un proyecto que luego fue aprobado de carreras alternativas de las llamadas paramédicas -Enfermería, Kinesiología, Fonoaudiología, Óptica- para los "bochados".
La iniciativa contempla que los aspirantes que no alcancen puntaje suficiente en el examen de ingreso puedan optar por licenciaturas o tecnicaturas, pero ahora deberá atravesar el tamiz del Consejo Superior de la universidad que deberá decidir si lo acepta o no.
El de las carreras alternativas no fue el único proyecto que se aprobó, ya que también fue aceptada la propuesta del decanato de ofrecer curso de apoyo para los aspirantes que desaprueban el examen de ingreso. El presidente del Centro de Estudiantes de Ciencias Médicas platense Ignacio Alberdi inquirió: "¿Por qué una persona que saca 38 ó 39 puntos tiene que estudiar una carrera que no eligió? y agregó "¿Cuál es el impedimento para que cursen las materias optativas y así demostrar que tienen los conocimientos para estudiar Medicina?"
Yendo más lejos, puede recordarse una histórica puja que tuvo lugar en 1995 cuando el tradicional Ciclo Básico Común (CBC) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que para muchos es considerado un "filtro" por el que deserta casi el 40% de los aspirantes, fue desconocido por el entonces decano de Medicina porteña Luis Ferreira.
Ferreira creó un curso alternativo, el CPI (Curso Preuniversitario de Ingreso", ferozmente selectivo, con nivel superior al secundario, tras argumentar la imposibilidad de albergar a los casi 9.000 aspirantes cuando su idea que "para formar médicos de excelencia" deberán haber entre 700 y 1.000 vacantes.
Tras tres años de vigencia del CPI, el caso terminó en la Corte Suprema de Justicia, llevado por el rector de entonces Oscar Shuberoff y con un fallo en favor del CBC y unos 2.000 alumnos que accionaron para no quedar en la calle por la disputa entre las autoridades académicas.
A pesar de los fallos de la Justicia, el dilema de la formación de los futuros médicos aún no fue consensuado ni resuelto entre las diversas facultades que forman la red Afacimera (Asociación de Facultades de Ciencias Médicas de la República Argentina), ni de los funcionarios ministeriales ni universitarios.
Tal vez de estas controversias y polémicas, que no hacen más que poner a la luz las deficiencias de varios niveles educativos, lleven a encontrar los tan proclamados por todos sistemas de ingreso y planes de estudios de excelencia.
LAURA HOJMAN
DyN